CONSANGUINIDAD : ¿SABE ALGUIEN DÓNDE ESTAMOS?

Texto : J. Ramón Muelas
Foto : varia

Salieron los miuras del 2.005 renqueantes, pensativos en las musarañas y sin esa fiereza tan encumbrada que sólo su nombre –antiguamente- hacía tiritar a los maestros; además, los pitones redondeados y su elevado peso, llamaban la atención acabando Mayo del 2.005 en la tarde de Madrid.

Inválidos y como momias, el 1 de Junio Madrid veía a los antiguos Pablo Romero arrastrar su inopia. Comienza el 2.006 con las ferias levantinas : En Castellón y Valencia, olor a santidad en la arena, no salió la Bestia del Apocalipsis pese a puntuales triunfalismos. ¿Qué sucede a los mitos antiguos y modernos?.

Si indagásemos el árbol genealógico de la mayoría de las actuales ganaderías, acabaríamos llegando a los mismos nombres, especialmente Vistahermosa. Todos primos más o menos cercanos; todos con un perfil genético muy definido y común; todos con una espada de Damocles sobre el morrillo llamada consanguinidad.

Parto de la base que criar toros bravos es iniciar un camino que conduce inevitablemente a la degeneración si no hay por medio una atinada hibridación, pues criar toros bravos es ir reuniendo y fijando a través de las generaciones los caracteres internos y externos que optimicen al animal para su uso, bien en las calles, bien en las plazas de toros. Para reunir y conservar esos caracteres, ese bagaje genético, el mejor y tal vez único camino es cruzar entre sí parientes, casar a los primos, cosa que de momento procura grandes éxitos con los primeros descendientes debido a la elevada proporción del rasgo buscado, pero que a largo plazo conduce a la degeneración por efecto de la consanguinidad.

UNA CURIOSA ECUACIÓN.

Observemos cualquier toro: la geometría de su cornamenta, el color, la reacción cuando le acosan las moscas, los aplomos, la capacidad de rematar en tablas, la eficiencia de su aparato digestivo, el campo de visión lateral..... todos estos RASGOS, que así se llama en genética a cualquier elemento estructural, interno o externo, vienen determinados –aunque no absolutamente- por sus GENES o trozos de cromosoma donde se contienen las órdenes para ejecutar cada particularidad, conforme a la información aportada por padre y madre. Si la madre y el padre son corniveletos, es porque en ellos se expresó de esa manera el gen o genes responsable de la geometría de la cornamenta y el hijo tendrá una elevada probabilidad de salir corniveleto; si los genes materno y paterno que determinan la cornamenta llevan la misma información : corniveleto, diremos que existe HOMOCIGOSIS, que el par de genes es homocigótico; pero si el gen materno mueve hacia lo gacho y el paterno a lo corniveleto, hablaremos de HETEROCIGOSIS.

La selección del toro bravo pide aumentar la homocigosis, concentrar los genes que interesan para fijar caracteres; claro que si concentramos los genes "buenos", también lo hacemos con los "malos" o genes recesivos no deseados y en consecuencia aumentamos la probabilidad de que éstos puedan expresarse; por ejemplo, disminuyendo drásticamente el número de chotos que salen adelante o disminuyendo el vigor y resistencia ante enfermedades, la fertilidad etc...; podríamos llegar a tener un toro obsesionado por entrar derecho a la muleta, pero incapaz de sujetarse en pie o huir ante un grito.

Se acostumbra a definir la CONSANGUINIDAD mediante el COEFICIENTE DE SANGUINIDAD (F) o probabilidad de que un animal reciba genes idénticos del padre y de la madre; debe recordarse que el padre (y la madre) traspasa únicamente la mitad de sus genes; es decir uno de cada dos cromosomas homólogos y esto sucede al azar y con probabilidad 0,5. Si cruzamos una vaca con su hermano, la consanguinidad sería del 50 %; si a esa vaca la cruzamos con su padre, sería del 25 %. Se considera que en la ganadería no debe superarse la barrera del 6 %.

En la práctica se utiliza el valor (1-F) para cuantificar el aumento de homocigosis (o descenso de heterocigosis), restando a la unidad (heterocigosis total) el coeficiente de consanguinidad F. Si vale1, la probabilidad de que sea homocigótico en un locus cualquiera es del 100% o de otro modo, su heterocigosis vale 0.

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En el toro de lidia se lleva al menos desde el S. XVII buscando la homocigosis que permita mantener o aumentar la bravura en las sucesivas generaciones y ello a base de mezclar parientes; puesto que si una mezcla tenía éxito, de inmediato el resto de ganaderías procuraba hacerse con ese ganado, se ha perdido u ocultado muy al fondo la variabilidad genética del siglo XVII y esa tenue información se halla más en las ganaderías "de segunda" y en los encastes marginales que en los selectos de raíz vistahermosa.

Un estudio interesantísimo de M. J. Santa-Martina sobre consanguinidad en bravo y su evolución en el tiempo concluye proponiendo para determinada ganadería –precisamente de elevada consanguinidad- una recta que describe cuánto evoluciona esa consanguinidad en el tiempo, aproximadamente, la recta puede ecuacionalizarse cómo :

 

F = 0,004 x nº años

Donde F mide la consanguinidad (según Wright) y nº años es el tiempo en años transcurrido desde el inicio con F= 0.

¿cuál sería el techo práctico de consanguinidad?, ¿de 0,25 a 0,5 es aceptable y a partir de F=0,5 la situación resulta insostenible, la degeneración hace inviable la ganadería, o bien ya desde 0,25?.

Con el modelo expuesto, el valor de F=0,5 se alcanza a los 125 años; es decir, desde que se comienza el proyecto con un semental y una vaca posesores del genotipo y fenotipo requerido y con una heterocigosis máxima, hasta que sus descendientes ya no sirven, habrían transcurrido poco más de un siglo, si no se ha introducido hibridación; la heterocigosis máxima (consanguinidad = 0) para esa ganadería estudiada tuvo lugar teóricamente en 1.944 y en 1.997 ya valía : F = (1.997 – 1.944) x 0,004 = 0,212.

Al parecer, en esa ganadería ya hay serios problemas.

Ciertamente que todo prevención es poca para generalizar el resultado de un estudio concreto; también, que los modelos naturales suelen ser descritos mejor por funciones exponenciales y que la realidad genética es bastante más compleja, pero el caso demuestra por lo menos la necesidad de la hibridación y la de seleccionar buscando tendencias que no sean antagónicas como por ejemplo –tal vez- la suavidad y rectitud en la embestida con la fiereza; pero todo tiene su fin, un encaste debe retocarse genéticamente para al menos salvar los muebles, los apaños de decidir sementales y lote de vacas por distancia genética según señale "el ordenador", son apaños temporales que puedan dilatar el fin y aún eso es dudoso, pero no evitarlo. ¿qué será de los hermosos vazqueños Concha y Sierra, de los sabios cabreras de Miura, de los gallardos cárdenos Pablo Romero?. De momento al menos, puede examinar el lector las notas de las corridas : "falta de fuerza, juego desigual" y así un año tras otro; ciertamente, como los taurinos somos tradicionalistas casi por naturaleza, basta que salga un ejemplar en su punto, con sus "veinte minutos" para que olvidemos la realidad; podemos engañarnos, pero tocan las campanas pidiendo el cambio.

¿QUÉ SUCEDERÍA DE INICIARSE EL CAMBIO?

Claro está que ese retoque refrescante variaría el comportamiento hacia la pérdida de suavidad y continuidad en la embestida y obligaría a seleccionar y afinar durante unos cuantos años, por lo que a priori, la experiencia estaría al alcance únicamente de ganaderos pudientes o afortunados; lo que no es novedad.

Empezar casi de cero con individuos razonablemente heterocigóticos supondría empezar a seleccionar inmisericordemente, pero como al principio se adelanta mucho, en pocos años ¿tal vez 5 con tientas intensivas? Se habría alcanzado un perfil genético sobre el que practicar la endogamia para fijar los caracteres extraidos en la selección, al tiempo que se van puliendo.

Los ganaderos barrocos fiaban bastante más de la selección que de la endogamia y dejaban obrar a la naturaleza para que ella seleccionara fiereza, tal vez porque no se les pidiera a sus toros unos comportamientos tan precisos y opuestos como a los actuales : ¿cómo conjugar corpulencia con humillación en la muleta?; esos ganaderos, utilizando un amplio intervalo genético, disponiendo el doble de sementales por lote que actualmente, se preocupaban más de ver qué hacía en la tienta cada individuo que de quién era hijo, tal vez hoy no tendrían cabida esas bestias broncas, pero habrá que dar marcha atrás so pena de terminar con la obra de siglos.

La endogamia comenzó a partir de 1.750 con las famosas castas fundacionales, procuró sus mejores resultados entorno a 1.910 y comenzó a decaer acelerada por el trauma de la Guerra Civil; hoy se corren toros más hermosos que nunca...por fuera; como además son enfrentados a moles equinas montadas por picadores que han recibido del maestro la consigna de "ahormar", el resultado es insatisfactorio para el público; ¿quien lo corregirá?; en mi opinión, los ganaderos podrían volver el toro bravo a su ser en pocos años, lo que no agradaría a los toreros; ¿qué harían luego con ellos?; ¿agradarían al público o envejecerían en los cercados?. Obsérvese en las fotos el movimiento de unos toros de hacia 1.920 lidiados por Belmonte: giraban en un palmo de terreno, se estiraban como muelles; eran las generaciones vértice de la endogamia; ¿volverán o el toro de veinte minutos pasará a diez, luego a cinco y luego a un pobre espectro impotente?.

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Respecto al toro para ser corrido popularmente, no vamos a engañarnos : las ganaderías dedican a este menester lo que no les vale para las plazas, así que no es posible saber qué sucedería si se seleccionara un ganado con genotipo y tienta adecuada a este fin; en este caso, la degeneración por consanguinidad tiene consecuencias similares a las de las plazas, recuerde el lector lo sucedido en el Inmemorial Torneo 2.004 : un animal de hermosísima presencia.. pero acabado por la consanguinidad y otros que se han visto para disgusto de las comisiones de festejos que gastan sus dineros e ilusiones en una ganadería "de primera" obteniendo resultados descorazonadores; no quiere esto decir que en tales ganaderías sea imposible hallar animales adecuados para las calles, pero hay que ser consciente de los potenciales problemas causados por consanguinidad y por una tienta orientada a cultivar para los útiles de torear, en parte antagónica con lo exigible en talanqueras; silencio frente a griterío, uniformidad frente a discontinuidad, arena frente a todo tipo de firme, embestida a los vuelos del trapo frente a remate en empalizadas... ¿cuántos toros se "han rajado" el año pasado ante las masas de corredores?, ¿cuántos se han enquerenciado asustados al abrigo de una esquina?, ¿Ha visto alguien en Pamplona rematar sistemáticamente en tablas como sucedió el pasado verano en Arévalo?, ¿los "veinte minutos" es la consecuencia de haber neutralizado los genes de la fiereza?. Y me surgen muchas más preguntas para las que no tengo respuesta pero que de haberla, está en el entorno los problemas citados.

En conclusión, tanto plazas como calles piden un cambio en el toro, cambio que al parecer no interesa a los profesionales de las plazas, al menos de momento, pero que sin duda devolvería a la tauromaquia su más preciado valor : la victoria del hombre sobre incertidumbre.

Patronato del Toro de la Vega. Tordesillas (Valladolid)