Enrique Carnero Santiago. |
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El lunes 30 se lidió, dentro de la feria de San Antolín de Palencia, una interesante novillada de Valdellán. Novillos muy bien presentados; según aficionados que tenía al lado, mejor que la corrida del día anterior. Novillos serios, rematados y de condición manifiesta Santa Coloma. Los novilleros que lidiaron fueron Juan del Álamo de lila y oro, José Ignacio Rodríguez de azul celeste y oro y Diego Fernández de rosa y oro. La corrida empezó con 10 minutos de retraso. El presidente estuvo desde cinco minutos antes de las seis asomado por la puerta que da acceso al palco presidencial mirando el reloj de la plaza, pero éste tiene un retraso de diez minutos, con lo que estuvo quince minutos apoyado en el marco de la puerta, con el siguiente mosqueo de la gente, que daba un aforo de media plaza. Fue un festejo de larga duración, de casi tres horas, acabando a las nueve.
El primero de la tarde, fue el de más peso con 476 kg en la tablilla, le
correspondió al salmantino Juan del Álamo, líder del escalafón de
novilleros. Recibió el novillo un buen puyazo, en el que empujó con
codicia. Intentó el novillero unos quites por verónicas con remate de
media. Se pusieron sólo dos pares de banderillas. Con la muleta le recetó
buenas tandas, creciendo la faena al coger la franela con la zurda. No
acabó de someter al toro que pegaba un pequeño tornillazo al final del
muletazo y al que se le debió bajar más la mano. Tardo en colocar al toro,
ya que empezó a enterarse y desparramaba la vista por el coso. Cuando le
colocó, se le arrancó y metió hábilmente la mano, dejando una media
estocada. Tarda en doblar el utrero y tuvo que utilizar el descabello. Se
le concedió una oreja. José Ignacio Rodríguez tuvo un lote muy igualado de novillos . Dos negros de 458 y 463 kilos. En ambos, realizó faenas parecidas, con ganas pero falto de técnica. No consiguió nada efectivo o vistoso con el capote. En la muleta demostró poseer buena izquierda, pero con ambas manos terminaba los muletazos arriba, ya que intentaba estirarse pero no bajaba la muleta. En el primer toro pinchó, dejó media y por último propinó una gran estocada. Con la media, el toro metió un arreón mientras se le hacia la rueda, volteando y propinando una paliza al banderillero José Ramón Maestro, que tuvo que entrar en la enfermería. Recibió palmas tras aviso. En el quinto pinchó unas cuatro veces, dejó casi media y se fue a por el verduguillo, con el que acertó al segundo golpe. Silencio tras aviso. Diego Fernández, palentino de Villada, tuvo el lote de menos peso del encierro, el tercer de 451 kilos en Graciliano y el sexto de 456 en Buendía. No supo utilizar el capote. Picó en exceso a sus novillos y practicó todas las maneras posibles de hacerlo mal, desde el muy trasero al delantero, pasando por el caído. El sexto se encontró cinco veces con el caballo, siendo el colmo la última, en la que fue a por el caballo como un poseso tras el cambio de tercio. El banderillero que le guardaba, en vez de echar el capote para evitar el encontronazo, sale corriendo hacia atrás y el picador le receta un nuevo puyazo metiendo las cuerdas y echándose encima del toro, el cual apretó. Aun así tuvo movilidad y humillación en la muleta. No toreó o lidió en ningún momento. Pegó muletazos a diestro y siniestro, con pico y para las afueras. No hizo nada por abajo, cosa que pedían ambos novillos. A la hora de matar confirmó (si no lo había hecho ya) su verdor. En el tercero le dieron tres avisos tras pinchazos varios y dos bajonazos. Se apuntilló al toro en el ruedo. En el sexto bronca por pinchazos, muy desprendida y varios descabellos, con otro aviso. Destacar la mala lidia dada por parte de la mayoría de los subalternos. Al cuarto solo se le banderilleó por el pitón izquierdo y ni se intentó por el derecho. Las ruedas son constantes en todos los toros. Se picó mal en general. En el segundo novillo un subalterno pierde el capote y le deja en el tercio, no haciendo ni intención de ir a por él. El colmo fue el intento de matar al cuarto novillo citando un banderillero por el pitón izquierdo y entrando el novillero por derecho. A Dios gracias, los aficionados metieron tal pitada que les hicieron desistir de la idea, aunque a regañadientes. También es de reconocer su mérito a un subalterno, que banderilleó de manera muy pulcra y arriesgando en el segundo, por lo que se desmonteró, siendo el que recogió el capote y detalles de algún subalterno más. Debería la presidencia pasar por la relojería. A los diez minutos de retraso en el inicio añadir que los primeros avisos se dieron entre el minuto doce y quince. Los segundos avisos cinco minutos después. Los terceros avisos se dieron cuatro minutos y medio y cinco después del segundo. El público se comporto en líneas generales de manera correcta, si bien es cierto que en el descabello del cuarto toro se pitorreó del hombre del cachetero, aunque se lo mereció por inepto. También hubo cachondeo con el subalterno que dejó el capote en el segundo, ya que se vio desbordado al intentar poner los palitroques al cuarto, teniendo que tomar el olivo dos veces y dejo que desear en su lidia en ambos toros. En resumen, una tarde entretenida y que deja un agradable sabor de boca sobre todo por el ganado con cuatro toros en Graciliano y dos en Buendía, todos ellos con trapío, movilidad, duros de pezuñas, fuertes, humillando de manera brava y encastada. Con buenas peleas en el caballo, viniéndose arriba. Con muerte de bravos, peleando hasta la última gota de fuerza. Siga así D. Fernando. Novilleros verdes y desbordados. Con nula utilización del capote e inoperancia en la suerte suprema. Más carretón, video y salón. Aún así, maneras de Juan del Álamo y ganas de Juan Ignacio Rodríguez.
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