TORDESILLAS. CONCURSO DE CORTES. ROMPE ALONSO DE POLLOS.

 J. Ramón Muelas.

 

 

 

      Comenzaron las fiestas de la Peña con una función de tauromaquia popular organizada por Toropasión que reunió a algunos de los mejores toreros del momento para sortear cuatro toros en concurso libre.

     El ganado resultó dispar. Dos animales de Mª Carmen Camacho bien presentados pero vacíos, con ese tranco canguresco propio de lo Domecq cocinado para la montera que no conecta con los tendidos ni en broma, aunque su sencillez de comportamiento, rectitud en la embestida y fuerza justa les hagan deseables si no se quiere tener demasiados problemas.
Del tercer toro no logré entender el nombre de la ganadería pero resultó el más aparente del encierro; bien armado, largo, bajo, algo ensillado, duro, boca cerrada, vivo, rematador en tablas, sin apegos ni querencias, tenía cierto aire a Conde de la Corte … en fin, un buen toro para los lances del sortear, especialmente para quebrarle, porque en el último tiempo de la embestida se lanzaba con todo por delante, actitud que los buenos toreros presentes aprovecharon para lucir.
El cuarto era un novillete de Hato Blanco, que si no burriciego, sí necesitaba gafas. No sirvió.

     Respecto a los toreros es de resaltar el altísimo nivel de todos ellos y dos lances. Fue el primero un mortal de Eusebio Sacristán saliendo de tablas hacia afuera, con el toro a 4 metros cerrándole la salida; entonces, sin apenas tomar carrera, botó y rodó por el lomo del toro que quedó desconcertado al darse contra la barrera.
El lance no sólo fue lección magistral de técnica y capacidad física; también lo fue de examen para doctorado porque iba contra todas las reglas. La plaza se puso en pie.

     Fue el segundo un recorte comedido de Carlos Alonso, nuevo torero de la villa de Pollos que acudió a Tordesillas acompañado de muchos vecinos deseosos de verle medirse con los grandes y ante un público que sabe de qué va esto. Veni, vidi, vici, Como Julio César en Zela, llegó a la Providencia, vio el percal y se llevó el concurso.
     Es de advertir que el recorte que le valió triunfar se le dio a un toro que no humillaba; es decir, que en todo momento tenía al torero en su visión frontal y controlado; también es de advertir que no salió de la cara antes de que el toro efectuara el cuarto tiempo de la embestida, sino que fue saliendo precisamente al mismo tiempo, pasando el pitón a milímetros de la camisa, demostrando un magnífico control del espacio, del tiempo y del movimiento; incluso pareció escucharse en la tarde amarilla y hermosa el roce de la queratina contra la seda; y lo que es más importante, por lo general estas soluciones de lance tan ajustadas, veloces y problemáticas suelen efectuarse con movimientos bruscos; incluso con cierta afectación; pues bien, Alonso entró, lanceo y salió conforme al modo castellano, como la catedral de Valladolid, como el gran Jesús Sanz “Parri”, pura austeridad, pura verticalidad. Los movimiento necesarios y suficientes para plantear y resolver este teorema de regreso a los orígenes que es el toreo a cuerpo y que le convierten en una raíz de nuestra Cultura, aunque los pirulis de la Junta anden por ahí con sus BICs monterados sin enterarse de qué van las cosas.

    

 La plaza fue primero un grito de las mujeres; luego, un víctor general. El nuevo torero ganaba en Tordesillas basándose en una técnica exquisita, un control del entorno completo y la autoconfianza del que tiene fe; estas capacidades unidas a la presencia en plaza, casi cisterciense, le pueden llevar a lo alto del escalafón aunque es evidente que asume elevado riesgo.

     La función resultó de interés más por los toreros que por los toros, aunque como nota negativa hay que apuntar el accidente sufrido por Saúl Rivera al efectuar un salto. Le deseamos la más pronta recuperación.

 

Patronato del Toro de la Vega. Tordesillas (Valladolid)