… Y SEGUIMOS TORNEANDO AL TORO DE LA VEGA.

Jose Ramón Muelas.

foto. Jose Carpita.

 

Amaneció el sagrado Martes de la Peña tras una noche de recias aguas. Ya era hora  que los chopos bebieran, los toros se lavaran la costra de polvo reseco y los hombres holláramos barbechos preñados. Tal bendición la había traído el Toro Vega como el ánima de D. Juan de Padilla trae la borrasca de abril. ¿Qué no fue el Toro, sino el cambio climático? … ¡Estudia termodinámica, muchacho; y algo de paleografía que te permita leer los viejos papeles!.

Día fasto, era cosa de principios celebrarlo; y así obramos como si nada hubiera sucedido estos años atrás: Cayada. Vísperas de las 11 en la Plaza Mayor. Copa de Castellana dulce, seca, que sabe a diana, talanquera, verano y toros. Bomba real que te crió desde el medio de la Plaza y suelta de un Toro Vega perlino ... de poliéster.
Carreras por San Antolín y el Empedrado tratando de no resbalar; luego, el Puente … aplaudían los conductores.
Años de prohibición, virus que enferman al mundo entero, deuda pública que pone los pelos de punta, despoblación física y moral, histeria colectiva, horizonte cimbreante de espejismos, fallos cimentales y en medio de tanta zozobra, el Toro Vega sigue bajando la puente de Tordesillas el Sagrado Martes de la Peña: Sólo la tradición resiste e ilumina las tinieblas.

¿Que el toro era de poliéster? .. ¿Y qué?. Abundat pectus Laetitia, rebosantes de alegría, a cada paso que dábamos sobre los lomos de la vieja puente descendíamos un escalón temporal regresando a tiempos pasados, e iban aflorando las impresiones sentidas por nuestro mayores en los duros trances similares al presente: Miedos cimentales, voluntad de vencerlos.


Al pairo de la carrera despertaban algunos engramas, esos conjuntos de neuronas coordinadas que activadas, son capaces de devolvernos la información acumulada en nuestro genoma por los antepasados y que te procura la satisfacción impagable de sentir lo que sintieron, de ser parte de una cadena coherente en el tiempo, de que no eres un pobre tonto cimbeleando en determinadas coordenadas espacio temporales, sino un hombre con nombre, apellidos, patria y tradición, cosa que al parecer en estos tiempos de aldea global molesta mucho a los aldeanos.


¿Qué aún no hemos elucidado las moléculas orgánicas responsables del funcionamiento de los engramas, ni la naturaleza del flujo responsable de la comunicación interneuronal? … bueno, en el fondo da igual: Corres al toro y te transfiguras como Nuestro Señor; es decir, te muestras a ti mismo tú naturaleza intemporal; ves nítidamente los eslabones de tus mayores que te configuran y cuando aquello acaba está más contento que unas pascuas. ¿Cómo funciona?, aún no lo sabemos, pero funciona y es lo que importa.

En los monolitos del Cristo esperaba un lancero armado. No sé quien resultó más sorprendido, si él o nosotros. ¡Otra vez nuestros lanceros inmortales!.

¿Qué la lanza era de madera? .. ¿Y qué?. El viejo Platón, los animistas africanos, indios (de Indias) e hindúes, australianos etc .. y posiblemente nuestros mayores vacceos, decían que cada ente de este mundo es mera transcripción de su original o idea, y en el concepto ente cabe todo lo que existe o puede existir, también las lanzas, como arma y como símbolo de las ceremonias guerreras de un Pueblo, así que el lancero se sumó a los torneantes y marchamos Cañada de Foncastín adelante hasta llegar a las banderas sin bandera (hasta eso nos han arrebatado) que señalan el Límite Anterior del Palenque.

El Toro de la Vega fue alanceado. Un oficiante convocó a los torneantes y lanceros de todos los tiempos para que salieran del pinar y de los arenales y se sumaran a nosotros.
Vinieron. Brindamos por nuestras tradiciones y bebimos el centenario vino que sólo se hace para este día.

Así finalizaba un torneo con toro de poliéster, lanzas de madera y fe a raudales que nos garantiza perdurar, sobrevivir a la confusión, a la contradicción y a lo mantequillesco. Un año menos para que el tiempo barra tanta bobada y coloque a cada uno en su sitio.

    

Patronato del Toro de la Vega. Tordesillas (Valladolid)