APUNTES EN CALIENTE DEL INMEMORIAL TORNEO DEL TORO DE LA VEGA 2.024 .

J. Ramón Muelas

foto. Jose Carpita & Ricardo Martín.

 

       

     Martes 17 de septiembre celebraba la villa de Tordesillas “ .. el famoso y único espectáculo taurino del FESTEJO DEL TORO DE LA VEGA ..”… Bueno, esto, lo de festejo, según el Ilmº ayuntamiento, sin duda forzado por la Junta de Castilla y León a poner sobre el papel necedades tan sonrojantes como la de llamar festejo a lo que la gente de la Tierra llamamos Inmemorial Torneo; a mayores de camuflarlo como encierro para que tenga … ¡Cabida legal!. Y ya por sacar sobresaliente en el curso de cipayo, hasta prohibieron poner divisa so color de evitar sufrimientos al toro; llevar vara a la Caballería para no dar qué hablar a la gente importante de por ahí e incluso algún jocoso torneante decía que ni se nos ocurriera citar con el tradicional “Uuuucho!” porque incurriríamos en delito de odio hacia el toro y seríamos sancionados convenientemente.

     Para asegurar la buena orden habían preparado entre el ayuntamiento y la Gobernación un grupo táctico formado por sobre 200 individuos con caballería, guardias especializados en lo rural, drones, antidrones, artificieros, guardias secretos, protección civil, guardias municipales, veterinarios siempre vivos al calorcillo del maltrato animal … en fin, que donde antes se bastaba una pareja de la Guardia Civil y otra de municipales, ahora necesitan un par de compañías. En este ambientillo entre woke y tercermundista, quemaba lo que tocara al Torneo del Toro Vega y discurrieron discretamente los días entre Ntra. Sra. de Agosto, cuando se presentó el toro, y su desembarque en la villa.
Poca publicidad, mucho descafeinado y más autocontrol para no predicar a los cuatro vientos la represión que sufre nuestra seña de identidad, nuestra más querida tradición. Silencio y qué le vamos a hacer: Es el progreso; y sin embargo, amanecía por los Llanos de la Peña el sagrado día.

     El 7 de septiembre se desembarcó el toro en la plaza de la Providencia. De nombre Portillo. Ganadería: El Pilar (D. Moisés Fraile). Aldeanueva (Domecq.Raboso) Nº: 107 Guarismo: 9. Hendido en ambas orejas. Rojo ligeramente encapuchado en castaño, ojalado, cornivuelto, cornalón. Nacimiento: Abril 2019. Peso: 580 Kg.
     Nada más tocar tierra exploró arrancando para ventear el espacio cuanto antes, encarándose a tablas y respondiendo a los tímidos cites que desde tablas se le hacían. Buenos pies. Buena vista. Arrancada fácil. Carrera larga. Buena aceleración. Elevada velocidad cuando se requería. Trapío irreprochable: Un Toro Vega. Fue admitido con aplausos.

     La noche del 17 de septiembre a las 00.30 tuvo lugar el encierro del toro desde los castillos del puente. Pocos torneantes para los que acudían antes de la prohibición el Lunes de la Peña. Talanqueras con un par de filas y la plaza a la mitad, pobre bagaje. Disparada puntualmente la bomba, bajó el toro ligero al suelo; primero arrancó contra los trapos de los torneantes dispuestos en las barandillas del puente una y otra vez; luego, comenzó a derrotar sobre los barrotes de la barandilla hasta descubrir la poca rentabilidad de estos golpes, de modo que tomó puente arriba manifestando la cualidad que nuestra Ordenanza llama “sabiduría” y considera capital para declarar a un toro como Toro de la Vega: Nada de destrozarse a lo tonto contra la sillería o el acero, sino buscar objetivo rentable sobre el que emplearse a fondo.
Dicho y hecho, el toro llegó a la plaza de la Providencia mostrando comportamiento similar al día del desembarco. No hubo cortes, lo que manifestaba la prevención que se tenía a un bicho capaz de poner silencio barbeando la barda de la barrera; y visto su buena forma se guardó con prontitud. Pareció muy bien encabestrado.

     Martes de la Peña a eso de las 10 de la mañana el antaño río de torneantes venido de todas partes de Europa se había quedado en arroyuelo mezquino, lo mismo que las antaño generosísimas descargas de cohetería que esparcían el aroma picante a pólvora río abajo y nos llegaba a la Vega: Era nuestra artillería. Ahora nos pasa lo que a los ucranianos, cuatro disparos de mala muerte y de corto alcance, no sea que se enfade el Putin de la Junta de Castilla y León.

     Sólo la dulzaina del Dulzainero Mayor Jorge Bayón nos advertía que estamos en fase de latencia, de espera, pero no vencidos. ¿Y cuando sonaba la “Llamada al Toro de la Vega”?. Juraría que así como en el soneto de Cervantes al túmulo de Felipe II, la propia ánima del difunto venía a gozar del monumento funerario, las lánguidas notas de ébano y llaves de plata de nuestro instrumento levantaban de entre las arenas de la Vega las ánimas de Toñí y Juan Carpita, de Julián Pitt Rivers, de Antonio Santander, de Eusebio González Herrera … y de todos los antiguos torneantes y lanceros que en esta mañana acuden al Torneo desde lo hondo del tiempo. !El Dios Hades también es torneante!.

     Reunidos cosa de 6.000 torneantes a pie y sobre 90 de a caballo, desplegaron cómodamente en los comienzos de la Cañada de Foncastín los primeros y en el antiguo Límite Anterior del Palenque los segundos. Mañana de vientecillo suave, temperatura 19º C y humedad relativa sobre 30%, de modo que eran de esperar polvaredas si la caballería se movía, pero eran pocos jinetes. Deprimía ver a la antigua bellísima Caballería Castellana desarmada, sin una mala vara con la que defenderse.

     A las 11 salió el toro de su chiquero dispuesto en la calle de San Antolín; veloz pero sin precipitaciones. Tomó Empedrado abajo vigilando lejanos cites hechos desde los extremos de una calzada casi vacía de corredores. Igual sucedió en el puente, por donde el toro avanzaba con su frente despejado y espacio bastante para incluso volverse ante el menor cite. Al poco estaba en el Corro del Cristo, donde se le dieron algunos cortes y entró bajó control de los ahora llamados “pastores”, en tiempo llamados vaqueros, mozos o chicos y Comisión de Campo por nuestra Ordenanza. Llamense como se quiera, estos toreros son el mejor equipo que ahora puede reunirse en Castilla y eran de los pocos capaces de torear a trapo al toro o cortarle. Disciplinados, conociendo el oficio y bajo la auctoritas de Cesar Fernández, consiguieron oponerse al dominio del toro, hacerle bajar la cuestecilla del Cristo y enfilarle en la Cañada de Foncastín, donde tuvieron lugar algunos lances a trapos aplaudidos por los torneantes que veían las dificultades del toro.

     Ya en la Cañada el toro comenzó la retirada. Digo retirada, no huída. Y como buen táctico recetaba un contraataque tras otro a tablas, al que trataba de citarle, al que se acercaba a menos de 10 metros; en fin, que se replegaba comodante y hacía nacer la prevención en las talanqueras; aún no era miedo, pero sí suspicacia recordando lo sucedido el año anterior. A las 11.08 llega al caminillo que da acceso a la Josa Alta, se pega a la talanquera y la sigue andando hasta llegar a su final. Para. Da vuelta de horizonte. Ventea. Escarba. Los torneantes, lejos y quietos no le incomodan y de pronto se vuelve, barre talanquera a toda velocidad regresando hacia la villa sobre sus pasos y a las 11.11 h. de nuevo llegaba al Corro del Cristo entre los gritos de atalancados que ya pasaban de suspicaces a mosqueados.

     Poco le duró el apego a la querencia del Cristo pues a las 11.15 h. volvió hacia la Vega mas lento aún, más peligroso, batiendo el terreno en zigzag y golpeando tablas, tratando los vaqueros de limitar sus exabruptos, pero era evidente la necesidad de ser apoyados por los caballos-guía. Los vaqueros se negaron a ese apoyo que les vino y las talanqueras también, recriminando a los caballos-guía la entrada en terrenos del peonaje; no obstante, entre los silbidos encelaron al toro y tiraron de él Cañada adelante hasta llegar a las proximidades del antiguo campo de tiro, donde el grueso de la Caballería trató de hacer caracol capaz de limitar, absorber y dominar al toro. Trabajo inútil, sólo tenían dos o tres varas y además eran reticentes a usarlas con la contundencia que pedía el caso, no fuera que les multaran, de modo que el toro no sentía hierro, apretaba cada vez más fuere, cada vez más largo y el diámetro del caracol crecía tanto como disminuía la voluntad de vencer de los jinetes.

     A las 11.30 h. un feroz arreón del toro desarma los restos del caracol y regresa de nuevo hacia la villa con la caballería detrás siguiéndole entre los “Fuera! Fuera!” de los atalancados, las revueltas del toro y el abandono de talanqueras cuando se aproximaba, porque el mosqueo ya había pasado a miedo a tenor del par de empellones que propinó el toro en sus ataques. De nuevo el toro entre el Corro del Cristo y los castillos del puente, el Torneo parecía desordenarse. Demasiado hueco en las talanqueras del Corro, demasiada inactividad que aprovechaba el toro para dominar hasta el extremo de causar un accidente hacia las 11.45 h., cuando limpiaba terreno. Tres torneantes se parapetan tras los monolitos de la rotonda del Cristo, delicada posición difícil de usar. El toro se acerca; ellos, fiados de la anchura de los monolitos los utilizan a modo de abrigo esperando burlar al toro, pero le pierden la cara; el toro husmea, se ciñe como culebra girando a toda velocidad y sorprende a uno de los torneantes que resultó herido de gravedad y al que deseamos la más pronta recuperación.

      Sobre las 11.50 h. el dominio del toro es completo deambulando entre el Corro y el transformador, bajando para atacar remolques y talanqueras; unos le citan desde tablas y otros recriminan a los que citan temiendo que el toro derribe las defensas, al final llegan a las manos sin mayores consecuencias, pero en la Vega creen que las voces se deben a que el toro ha roto talanqueras y salido hacia la carretera de Madrid.

     Poco antes de dar las 12.00 h suceden dos accidentes sin graves consecuencias causados por la velocidad y codicia del toro que ha aprendido lo inimaginable usando y abusando de su endiablada aceleración y precisión de embestida.
     Los torneantes atalancados piden ahora la intervención de la Caballería que ya tiene dispuesta la parada de bueyes para retirar al toro y dando las 12.00 h disparan la bomba que da fin al Torneo. A las 12.05 h. el grueso de la Caballería y la parada retiran al toro de la rotonda del Cristo a toda máquina y cabalgan hasta la altura del Parador, donde deteniéndose inician la marcha lentamente hacia el Prado del Zapardiel.

     Subió la gente silenciosa de la Vega sabedora que el Torneo debiera haber finalizado con la victoria o con la muerte del toro, pero no así. Faltaba lo principal de la ceremonia. Nos habíamos faltado a nosotros mismos.

 

fotos

 

Patronato del Toro de la Vega. Tordesillas (Valladolid)