José Ramón Muelas García. Torneante en el Torneo
El aficionado -tanto a la corrida de toros como a los toros corridos populares- estará cansado de escuchar una aseveración : "el antecesor del actual toro bravo es el uro". Pero si movido por la curiosidad trata de informarse qué era un uro, pronto descubrirá las contradicciones cubiertas con terminología "científica" que aparecen en quienes han estudiado tan escabroso asunto. Al final, concluirá que llamamos uro a un bovino "antiguo" y bravo. No espere el lector que yo le aporte mucho más con este artículo, pero a lo menos, trataré de proporcionarle las noticias -directamente desde sus fuentes- que dispongo para que él llegue a sus propias conclusiones, rogándole que recapacite en la sentencia –revolucionaria- de J. de Tornay, escolástico medieval francés : "los sabios antiguos son luces para iluminar el camino, no señores a quienes debamos forzosamente seguir". I.- RELACIÓN DE NOTICIAS Del mundo clásico se conservan pequeños fragmentos de información referentes al uro, destacando la cita de César (Guerra de las Galias Lib. 6 / XXVIII), quien tratando sobre las fieras que habitaban la Selva Negra en Alemania, relata
: "...tertium est genus eorum, qui uri apellantur .. specie et colore et figura tauri. Magna vis eorum est et magna velocitas, neque homini neque ferae, quam conspexerunt, parcunt. Hos studiose foveis captos interficiunt, hoc se labore durant adulescentes atque hoc genere venationins exercent, et qui plurimos ex his interfecerunt, relatis in publicum cornibus, quae sint testimonio, magnam ferunt laudem. Sed assuescere ad homines et mansuefieri en parvuli quidem excepti possunt. Amplitudo cornuum et figura et species multum a nostrorum boum cornibus differt. ...". / ".. existe un tercer género, llamados uros .. de pelo y planta como el toro. Muy fuertes y rápidos, no dudan en atacar al hombre o animal que divisen. Les matan capturándoles con trampas extremando los cuidados. Esta es la ocupación en que se endurecen los jóvenes y el tipo de caza que practican, y los que han dado muerte a mas uros, muestran a todos los cuernos y son tenidos en gran estimación. A pesar de que se les coja desde pequeños, ni se acostumbran al hombre, ni pueden domesticarse. El tamaño, forma y naturaleza de sus cuernos se diferencia mucho de la de nuestros bueyes ..". Poco aporta al conocimiento del animal un autor tan escrupuloso y preciso como César, lo que mueve a pensar que él no había visto ningún uro, limitándose a referir noticias escuchadas y que pueden resumirse en asignar al uro : bravura, ligereza y peculiar cornamenta. Aunque otros escritores, más preocupados por la nomenclatura que por la descripción minuciosa, aportan menos aún, mostrando la misma falta de experiencia que César; así, Plinio : mencionando dos especies de bueyes salvajes que vivían en la antigua Germania, corrige el error popular de utilizar el nombre búfalo para designar al género Bos: "..paucissima Scytuia gignit, inopia fruticum, pauca contérmina illi Germania insigniata men boum ferorum genera, jubatos bisontes (los bisontes o zoubrs lituanos de largas crines) excellentique vi et velocitate uros (los uros o bueyes primitivos o tours eslavos) quibus imperitus vulgus bubalorum nomen imponit, cum id gignat Africa, vituli polius cervique quadam similitudine ..". Aunque posiblemente ese error popular proviniera de la semejanza en la geometría de la cornamenta entre búfalo y uro, como veremos. Valga lo dicho de los anteriores con respecto a Séneca; también diferencia entre los bisontes lanudos o zoubrs y los uros o bueyes salvajes o tours, significando que el uro tiene cuernos largos ("..uri feri latis cornibus.."). La conclusión parece inmediata : entorno al año cero, se sabía vagamente que en los limes existían dos categorías de bovinos salvajes, pero los autores, muy probablemente no los habían visto nunca En el S. VI, Isidoro de Sevilla escribe refiriéndose al uro : "uri agrestes bovis sunt in Germania, habentes cornua in tantum protensa ut regiis mensis insigni capacitati ex ei gerulae fiant (dicti uri a p o t v n o r e w n id est a montibus) / los uros son bueyes salvajes propios de Germania; están provistos de cuernos tan grandes, que con ellos se fabrican para las mesas de los reyes recipientes muy capaces (se les llama uros por derivar de óros, montaña).", la lectura del texto induce a pensar que no conocía al animal, pero corrobora que disponía de noticias obtenidas bien en la Septimania, bien de las fuentes clásicas, acerca del uso ritual dado a los cuernos de uro : recipientes para beber en el banquete, noticia que también aportará Eichwald doce siglos después: "....he visto en Christiania recipientes (bocaux) hechos con cuerno de tour, igual que los de zoubr, según la antigua costumbre germana para (utilizar) en los banquetes y como todavía hoy usan los Abkhases y los Tscherkesses del Cáucaso ...", precisando aún que en la corte de Wladimir I de Kiev, cuando el uro ya estaba casi extinguido, se utilizaban sus cuernos adornados de oro para beber hidromiel.
Tras lo expuesto, todo parece indicar que el uro, en sentido estricto, quedó confinado en el bosque polaco desde al menos el siglo VI, pues sólo de allí se conservan noticias sobre su existencia. A partir del S. XIII los bosques polacos comenzaron a retroceder, lo que hizo disminuir la numerosa fauna adscrita a ellos; no obstante, según señala Rokosz, sólo los reyes tenían el privilegio de cazar animales grandes, factor de protección que salvó al uro (tur) de la extinción por acción antrópica, como probablemente había sucedido mucho antes en Europa Occidental; a modo de ejemplo está documentado el caso de una cacería masiva en 1.409 con objeto de avituallar al ejército que salía en campaña : durante ocho días se cazó el bosque de Bialoiweza Este derecho fue cedido excepcionalmente a algunos obispos en territorios carentes de uros, pero no en Mazowsze, su último refugio, incluso parece desprenderse de tal situación la existencia de una relación monarca-uro hoy desconocida, mucho más allá de lo meramente cinegético pues tan implacable prohibición se mantuvo vigente sin excepciones durante años para aquel bosque y además existen noticias según las cuales se enviaron en 1.417 como presente algunos ejemplares cazados en Lituania, nada menos que al rey de Inglaterra y al rey Zygmunt Luksemburski, ante la sorpresa general indicadora de que ya en aquellas fechas el animal resultaba totalmente desconocido para los europeos de occidente. Así le describieron :
"..... Este animal se asemejaba a un buey grande y negro, pero con una cabeza más grande, un cuello más gordo, pechos grandes y dos pequeños. Grandes cuernos en la frente separados aproximadamente un pie y cola corta. Era similar a un buey de los llamados en Polonia aurochs..". Nótese la confusión terminológica que siempre ha acompañado al bovino : les envían un auroch (uro) y le comparan con un auroch, pero no hablan de pelo particular ¿cabe deducir que el animal era un híbrido uro-buey polaco? ¿era posible la hibridación?. Parecida situación se daba en el sur de Rusia, donde el Gran Duque de Kiev, Wladimir Monomakh, cazando uros en los bosques de Tschernigoff, fue derribado con su caballo. El siglo XVI es bastante más rico en noticias literarias y sobre todo, gráficas; comenzaremos por el relato del Barón Zygmunt de Herberstein, embajador en Rusia del emperador Maximiliano de Austria quien al parecer vio al uro vivo en Polonia (Mazovia), año de 1.558; invitado a cacerías celebradas en los bosques polacos, le describió en su libro de viajes, de la experiencia concluyó que el buey primitivo, era el bovino al que "..los antiguos germanos llamaban AUER o MOR.." y él llamará TOUR, además, aporta los dibujos del uro y del bisonte primitivo al objeto de resaltar las diferencias y añade un curioso pie : encima del uro "..Urus sum polonis tur, germanis Aurox. Ignari bisontis nomen dederant" ("yo soy el uro, llamado tur en Polonia, aurox por los alemanes y bisonte por los ignorantes"). Encima del bisonte : "Bison sum, poloni suber, germanis bisont. Ignori turi nomen dederunt". ("yo soy el bisonte, llamado en Polonia Zubr, bisonte por los alemanes y tur (uro/auroch) por los ignorantes"), clarificada la nomenclatura, Herbersetein advierte que mientras el auroch sólo existía en los bosques polacos de Mazovsze, el hábitat del bisonte era mucho mayor. La gran importancia de la obra radica en que ofrece el grabado de un uro y permite determinar la geometría de su cornamenta, pero además aporta una observación capital : la vaca y el uro no pueden cruzarse, o por mejor decir, el choto que nazca de la unión, morirá o será incapaz de procrear; ¿imposibilidad genética o degeneración del uro?. La aseveración no puede extrapolarse hacia atrás en el tiempo, ya que esos uros de mediado el XVI tras cruzarse la misma línea durante generaciones, debían haber alcanzado una degeneración insoportable; incluso cabe pensar que vaca y uro, tiempo atrás si podían cruzarse y aunque generasen un híbrido, no por eso sería animal débil; todo lo contrario, sería temible.
Otro grabado del S. XVI o XVII, ejecutado probablemente para ilustrar la obra de César muestra el alanceamiento del uro cubriéndose el lancero tras un tronco y como se observa, coincide razonablemente con el dibujo de Durero, manifestando el artista vocación de ceñirse a la realidad aunque la escena sea quimérica, según demuestra la geometría de la cornamenta que representa. Pero el resto de Europa desconocía a principios del XVI qué era un uro; incluso tan impenitente cazador como el papa León X, presenciando un espectáculo taurino organizado en Roma por él, al conversar con el obispo de Plock y observar éste que se asemejaba a la caza de uros practicada en su patria, no dudó en pedirle que le remitiese alguno para su mayor información; no se le enviaron, pero le consolaron prometiéndole informar con los versos del poeta y experto cazador Mikolaj Hussowiecki, aunque tampoco llegó a leerlos, pues se publicarían en Cracovia 1.525 : "De statura, feritatea ac venatione bisontis", cuando ya había muerto; de cualquier modo, por esas fechas había que buscar a los uros en el corazón de Polonia o en los más profundos bosques lituanos -si aún quedaba allí alguno- y aún hallados, no parece sencillo que pudieran conducir vivo hasta Roma tan bravo ganado. La curiosidad siguió alimentada por los nuncios del papa en Polonia, quienes escribían cartas relatando la existencia de uros en el coto de Segismundo III a las puertas de Varsovia o los rebaños del bosque de Mazowsze. Esa pervivencia del uro como paradigma de caza mayor, puede documentarse con la miniatura de un calendario francés correspondiente al mes de Abril; conforme a la tradición, Abril es el mes del renacer la naturaleza, el amor y la abundancia bajo el signo de tauro, así que el pintor sintetizó en su díptico todos los conceptos trazando hermosa escena de amantes, preñada y cazador cuya pieza pudiera ser lo que el pintor entendía fue un uro, y que a tenor del dibujo del tauro pudiera haber sido copiada de alguna estampa medieval alemana, documentos imprescindibles para los artistas de entonces; nótese la semejanza de escorzo, cuerna y cola con el uro de Durero, pese a que la mano del maestro alemán se haga notar. La protección medieval hacia los uros polacos siguió vigente durante el S. XVI, prohibiéndose a los lugareños entrar en el bosque (año 1.557) y aún atacar al uro que penetrara en sus cultivos, pero no fue bastante para que la consaguinidad destruyera al gran bovino, porque acabando el siglo ya había desaparecido prácticamente del santuario de Mazowsze, quedando algunos restos en el bosque de Jaktorowski. Se trató por todos los medios de conservar la vacada, promulgando una legislación que eximía de cualquier obligación a los habitantes de la tierra y les señalaba la obligación de procurar forraje a los uros cuando el invierno fuera crudo y de disponer pastizales para su uso exclusivo, evidencia clara de degeneración. La inspección de 1.564 refiere : "... en los antiguos bosques de Jaktorowski y de Wislicki, encontramos una manada de sobre 30 aurochs. Formada por 22 vacas viejas, 3 aurochs jóvenes y 5 erales y añojos. No vimos ningún macho adulto, porque habían desaparecido en el bosque, pero los viejos guardabosques nos dijeron que había 8. De las vacas, una es vieja y flaca, y no aguantará el invierno. Cuando preguntamos a los guardabosques por qué están delgados y por qué no aumenta el rebaño, nos dijeron que otros rebaños de la gente de la aldea, formados por caballos, vacas etcétera, pacen los prados de los aurochs, y los ahuyentan... ". De inmediato se hizo observar la ley protectora, dándose el caso (año 1.597) en que fueron encausados algunos propietarios por utilizar la tierra de los uros para apacentar sus rebaños. Pero que caballos y vacas ahuyentaran al antaño bravo bovino, ya nos orienta acerca de su agotamiento genético. El informe de 1.602 contempla la extinción práctica y señala como causa "la enfermedad" sin mayores precisiones : ".....hay tres machos y una hembra enferma. Los informes dicen que había muchos más, pero la "enfermedad" les había hecho separarse de las demás vacas; muchas han muerto... ". El informe de 1.620 señala que únicamente sobrevivía una vaca vieja; los cuatro últimos machos habían muerto y conforme a la costumbre, sus cornamentas se habían remitido al rey reforzadas con un aro metálico; medían 46 centímetros, lejos de aquellas aparatosas cuernas utilizadas para libar. El informe de 1.630 relata que la vieja vaca había muerto en 1.627 a los 30 años de edad; ni en Kozlów ni en Jaktorow quedaba nada; el uro se había extinguido. El racionalismo dieciochesco pronto traerá la confusión con su autosuficiencia : Pedro Pallas asegura que uro y bisonte europeo son el mismo animal y que el bovino descrito por Herberstein en 1.552 era un buey doméstico convertido en cimarrón. Eduardo Eichwald escribió a mediados del S. XIX una obra de gran importancia, Lethaea Rossica o Paleontologia de Rusia; conocedor perfecto no sólo de las antigüedades rusas, sino también de los hallazgos habidos en países fronteros y de las fuentes clásicas, vivió una época en la que aún resonaba el nombre de uro, habitaba el bisonte europeo sus últimos reductos y el interés por las ciencias naturales era grande, así sus escritos constituyen la última literatura apropiada para conformar al uro. Tras catalogar al género Bos y efectuar una intencionadamente vaga descripción general, procede a precisar : "..le boeuf primitif répond quant a son cràne à front aplati tout-á-fait au boeuf domestique et n’en differe que par ses cornes, qui sont en general très variables dans diferentes races du Boeuf domestique, dont les cornes sont contournées en Aut. et en avant, les cornes du Boeuf primitif au contraire sont recourbées a l´exterieur, et ensuite contournées en avant et en bas"Para precisar la nomenclatura remite Eichwald a las siguientes fuentes :
Lo expuesto puede resumirse en el cuadro siguiente :
Eichwald no llegó a ver un uro, ni pudo notar cómo reaccionaba al contactar con el hombre, pero sí tuvo información de primera mano sobre el intento de domesticación de bisonte salvaje, variante superviviente en su época más próxima al uro. El supeintendente forestal mr. Dalmatop se procuró una pareja procedente del bosque de Bjalowesha y trasladada a Zarskojeselo, cerca de San Petersburgo, procedió a alimentarlos en cautividad; criaron un choto "..que se porta muy bien y ha crecido sin mostrar las costumbres salvajes de sus bravos padres, quienes sólo reconocían a su cuidador .."; la hembra era más pacífica que el macho "..quien casi siempre está encerrado en su establo con una cadena de hierro ..". Experiencia similar fracasó en Londres, donde pese a los cuidados murieron los bisontes en dos años y se intentaba en el Schoenbrun de Viena. De lo expuesto se deduce que sólo a partir de la primera generación es factible adormilar el carácter bravura, suponiendo conseguida la adaptación elemental a la cautividad y que tal carácter está más representado en el macho.
Ortega y Gasset refiere cierto cuadro dieciochesco, -aunque pudiera ser anterior- localizado en Agsburgo y desaparecido donde aparece pintado el Tur a quien relaciona con el uro y citando a otros autores señala el pelo negro listón / castaño oscuro como el propio del uro; adjunta pintura en la que se presenta cornamenta tipo D. La descripción no concuerda con la iconografía que he expuesto, especialmente en lo tocante a la cuerna alirada -factor común- ni con las noticias, haciéndose de nuevo hincapié en la notable diferencia entre las cornamentas de uro y buey; además, relaciona la pintura con la descrita en una carta por Leibnitz de 18 oct. 1.712, cuando ya el uro estaba más que extinguido, necesitando recurrir para salir de la contradicción a suponer que –no explica cómo- se habían conservado algunos ejemplares; la carta de Leibnitz habla de cierta figura de uro para ilustrar la obra de César ¿tal vez es el grabado atrás expuesto del lancero atacando escudado en un árbol?. A la vista de las obras contemporáneas se concluye que el uro de Agsburgo apenas coincide con las obras renacentistas y con las descripciones y que además, tan lozano y armado animal poco tendría que ver con los degenerados uros de Jaktorow; cabe entonces suponer que su autor no conoció al uro y que la pintura es la visión idealizada de lo que por aquellas fechas suponían fue el uro.
II.- UNA REFLEXIÓNLa circunstancia anterior mueve hacia una reflexión : el uro o las variedades a las que englobamos con el equívoco y genérico nombre de uro, podemos hipotetizar que fueron víctimas del hombre; parte neutralizadas mediante la domesticación y otra parte mediante la caza para terminar extinguiéndose por degeneración los que sobrevivieron a la caza y por varianza genotípica los domesticados. Demasiada endogamia en los claros de los bosques polacos como para evolucionar hacia adelante; demasiado tiempo sin una razonable hibridación capaz de refrescar manteniendo los caracteres claves. ¿Se está cometiendo el mismo error con el toro bravo actual?, ¿la obsesión por que el ganado "esté en el tipo" de la casta de procedencia y además sea "toreable", se está haciendo a costa de perder otros caracteres genéticos?. ¿esta mudanza viene ejecutándose desde el S. XVIII?, recuérdese el ascenso y caída de los Santa Coloma asaltillándolos so color de darlos viveza, cuando lo que se quería en realidad era menos sabiduría, más toreabilidad. No puede olvidarse un axioma : los caracteres genéticos están correlacionados; si concentro uno variaré otros; si busco concentrar un rasgo físico, por ejemplo cromática cárdena/pelo espeso/cornalón, puedo alterar un rasgo síquico; por ejemplo, acometividad; o un rasgo físico, por ejemplo aumento de morrillo; o un rasgo bioquímico, por ejemplo capacidad de síntesis de hidrolasas ..... Y a la inversa, si selecciono buscando una embestida uniforme, puedo encontrarme con que los toros tienden a ser gachos y retintos; si además hago esto con unos recursos genéticos fijos, puedo llegar fácilmente a tener individuos degenerados portadores en grado extremo del carácter seleccionado, pero inservibles; es entonces de capital importancia la prudencia y el equilibrio, teniendo bien presente el experimento de Belyaev que traigo a colación porque siendo voz de alarma, parece no ser escuchado por nadie : El biólogo ruso Belyaev trató de domesticar zorros salvajes durante los años 50 del siglo XX; estos animales tienen pelaje negro y son muy ariscos. Su método consistía en apartar los cachorros más tranquilos de cada camada y hacer que se reprodujeran. En los años 70 había conseguido zorros tan domésticos como un caniche, pero ... eran de color blanco y negro, su cola y sus orejas habían cambiado, mudaban el pelo aleatoriamente, parían en cualquier estación, se comían a las crías y en fin, que obtuvo la domesticación, pero el nuevo animal ya no servía para ser utilizarlo en las peleterías. El experimento demostró que para el zorro salvaje, la bravura está relacionada con el color, la posición de los sensores de información y los parámetros de reproducción. Extrapólese el caso al toro bravo y tal vez los peritos en el asunto puedan aportar algo a la explicación de por qué se caen los toros. III. RESUCITANDO A LÁZAROEn 1.830 pervivía en Polonia el recuerdo del uro y un zoólogo desconocido, posiblemente Feliks Jarocki, según Piotr Daszkiewicz y Jean Aikhenbaum, escribió las líneas siguientes en el periódico local de Leszno llamado El Amigo del Pueblo, semanario de noticias útiles y necesarias: "..sería interesante celebrar el siguiente experimento …el dueño de un bosque grande liberaría algunas vacas y toros seleccionados. Sería necesario únicamente cuidar que no hubiera lobos cerca, por lo menos durante los primeros años. La especie de buey debe ser resistente y los animales sueltos, jóvenes, para adaptarse a un modo de vida diferente. Así, tal vez pudiera llegarse a un rebaño de aurochs. Tal vez los animales recuperarían el color negro característico de nuestros bueyes salvajes y, en fin, igualmente podría confirmarse esa ley formulada por los naturalistas según la cual el animal que vive en estado salvaje presenta menos variaciones en forma y color y que ese color siempre es más fuerte.." .
Estas ideas permanecieron latentes hasta que comenzando el siglo XX la coyuntura histórica facilitó el paso a la acción; eran tiempos apropiados para experiencias de este tipo, tras el éxito habido en la reconstrucción de las manadas de bisontes europeos y americanos y surgieron los experimentos : El austriaco Adametz operaba –con poco éxito- para confirmar la hipótesis de la existencia de los pretendidos uro o gran Bos primigenius Boj. y pequeño uro de pies cortos llamado Bos europaeus brachyceros. Tadeo Vetualani operaba para reconstruir al uro y así explicar el origen de las razas bovinas y los zoólogos alemanes hermanos Heinz Heck (Munich. Parque Zoológico Hellabrunn) y Lutz Heck (Berlín), experimentaron durante los años 20 del pasado siglo el cruce entre bovinos para tratar de disponer ganado vacuno con la productividad de lo doméstico y la rusticidad de lo bravío; además, pretendían demostrar la hipótesis de Adametz. Todas las experiencias partían de un axioma : el "patrimonio genético" del uro se había conservado disperso entre las diversas razas de bovino, así que bastaba irle reuniendo mediante hibridaciones. Se trataba de aceptar una hipótesis propuesta por Darwin en su obra El origen de las especies, el principio de regresión hacia los caracteres primitivos; según éste, el bagaje genético del uro dormía en las cadenas de sus descendientes actuales, con tanto mayor potencial cuanto menos manipulada estuviera la raza/variedad, por lo tanto, para retroceder en el tiempo bastaría cruzar razas/variedades con fenotipo lo más parecido al uro, e ir seleccionando aquellas que manifestaran claramente el antiguo fenotipo, para llegar a un novo-uro, aunque pocos elementos de juicio había para definir precisamente qué y cómo era un uro, se fijaron tres objetos a alcanzar :
Teóricamente, se trataba de obtener por cruzamiento un animal con mayor concentración de genes neutrales activos de los que poseían las variedades origen; o si se prefiere, volver a recomponer el diseño genético destruido por la evolución mediante el mecanismo de "apagar" genes neutrales. Tras experimentar 15 años, fracasó la experiencia de Berlín, pero la de Munich generó una variedad considerada materia prima para que la naturaleza rematara la obra y aprovechando que el ejército alemán ocupaba Polonia, llevaron sus animales al bosque polaco de Bialowieza, antiguo y óptimo hábitat; pasada la II Guerra Mundial no se ha vuelto a saber más de ellos. Por supuesto que los experimentos fueron atacados inmisericordemente, tachados de acientíficos y fantasiosos, pero no debe olvidarse que tales experimentos eran mimados por el gobierno nacionalsocialista, quien veía en el uro la vuelta a los orígenes de pureza autóctona : « descendientes de sangre pura de los antiguos habitantes de los bosques germanos »; Heck fue consejero de Hitler y promocionado por Goering, responsable principal en la toma de botín naturalista en países ocupados y finalmente tratado de juzgar como criminal de guerra. Hoy, el "uro" de Heck se exhibe en zoológicos, se cría extensivamente en granjas y se aprovecha no sólo su carne, sino sobre todo su aureola cara al turismo, siendo reconocido el caso por el Ministerio de Agricultura francés bajo el nombre de "l'aurochs reconstitué" y existiendo en Francia el SIERDA (Syndicat International pour l'Étude et la Réintroduction de l'Aurochs) quien controla la genealogía del uro de Heck . No son evidentemente uros, pues ni su tamaño, ni sus extremidades, ni el encepamiento, geometría y envergadura de su cornamenta, ni la distribución de lanas les confiere la antigua apariencia, pero su aire les acerca a la idea uro; como aún se desconoce la panoplia genética del uro, mal va a poder reconstruirse, no obstante, el día que la zooarqueología disponga de dicha panoplia, será teóricamente posible ir acumulando genes obtenidos de diversas variedades hasta reconstruir algo parecido o incluso el antiguo uro, suponiendo que no hayan desaparecido variedades portadoras de genes claves para la caracterización, en cuyo caso habría que buscar, por ejemplo en los cérvidos, un portador capaz de aportarlos. No debe olvidarse que así como el protobóvido (que en poco se parecería al uro o a un toro actual) disponía en sus genes de una gran potencial de variación capaz de generar líneas como búfalo, bisonte, bos taurus y otras desaparecidas por no adaptarse convenientemente, que son simplemente variantes de la misma especie, estas variantes han perdido una gran parte de ese potencial o dicho de otro modo, su capacidad de generar variantes ha disminuido notablemente; no obstante, en el mundo veterinario se investigan técnicas que faciliten la experimentación para llegar a un uro más uro; de momento, el carácter bravo de los ejemplares actuales exige usar tranquilizantes (xilacina, 25 mg.) para manipularlos, lo que no deja de ser una promesa. No conviene terminar sin tratar, aunque sea superficialmente, de los parientes del uro que aún viven salvajes y que posiblemente hayan conservado una porción del genotipo primitivo; todos ellos se engloban en el orden : artiodactyla / familia : bovidae y en tiempos futuros pueden constituir un verdadero banco de caracteres. La FAO considera la existencia de 12 especies y admite que la mayoría de los bovinos salvajes actuales pertenecen al género Bibos, excepto los bisontes europeo y americano (género Visón), los dos tipos de anoas (género Bubalus), el búfalo salvaje de Asia (género Bubalus) y el búfalo africano (género Bubalus Syncerus); en algunos casos es posible cruzarlos generando crías fértiles; en otros, el híbrido macho de primera generación es estéril. El resumen se muestra en la siguiente tabla :
Los estudios basados en el ADN mitocondrial señalan la existencia de una línea euroafricana que engloba todas las razas de bovinos domésticos de Europa y África, provengan de B. Taurus, de B. Indicus o de aleación entre ellos y de otra línea mitocondrial hindú que es diferente. Bajo una óptica genotípica, los bovinos, (que posiblemente puedan caracterizarse así desde hace 5 millones de años) tipo Bos están muy emparentados con gaur y bantín hipotetizando Zeuner que la separación sucedió a finales del Plioceno. Un resumen de estos bovinos se muestra en esta tabla
Es posible aportar carácter bravura a partir del anoa, arisco e irreducible bovino del tamaño de una cabra? ¿Es posible aportar vigor en extremidades a partir del pesado pero rápido Kuprey? ¿Es posible a partir del bantín limitar la erosión genética?. ¿Qué genes fueron los el uro? ¿En qué descendiente permanecen?. Zooarqueología y genética responderán Para nuestro caso, el toro bravo actual y su falta de fiereza ,posiblemente no haga falta ir tan lejos y baste con retomar la fuente de la que manó el toro bravo : moruchos y avileños pastan muy cerca; fueron la materia prima de la obra alquímica y deben volver a serlo; incluso me pregunto si algunas o todas de las tan alabadas ganaderías que desde el olvido han subido repentinamente al cenit de la fama, se han limitado a reintroducir con tino, mesura y suerte, un toque de morucho cárdeno o avileño; e incluso me atrevo a sugerir, que está asegurada la existencia del carácter fiereza mientras algún pequeño ganadero abulense mueva su ato trashumando por la Sierra, suponiendo, claro está, que las denominaciones de origen no seleccionen hasta el extremo de convertir a los sólidos bovinos castellanos en carnicerías con patas, buscando la mayor rentabilidad.
Como resumen final : no parece tan elemental admitir el concepto uro como antecesor inmediato y mediante esquema sencillo de bos taurus y más parece que debamos orientarnos hacia un ambiente de multivarianza y de convivencia salvaje-domesticado, dentro del cual y con el avanzar de los siglos, la acción antrópica va descastando lo bravo salvaje hasta finalizar el desequilibrio en la Polonia barroca con la muerte del último ejemplar de uro. Respecto a lo sucedido en el Valle del Duero, lo tocante al bovino y su uso por los vacceos, será objeto de un nuevo artículo en el que trataremos de clarificar la relación de nuestros antecesores con la ganadería y la posible proyección de esa relación para otros usos superiores. Si Dios quiere. |