Llena un vacío poético profundo Ramón de Carrecastro con la
disposición inmortal del enclave privilegiado de su tierra para que el
juego con el toro adquiera preponderancia sin igual. Ellos dos solos: El
Toro y su Villa. La dualidad sentida y emocionada de aquel "Sagrado
martes de la peña. Te llevo en el corazón" donde la verdad se
hace contrapunto, vida y eternidad.
Al final....Cuando se rindan mis manos
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