
Llena un vacío poético profundo Ramón de Carrecastro con la
disposición inmortal del enclave privilegiado de su tierra para que el
juego con el toro adquiera preponderancia sin igual. Ellos dos solos: El
Toro y su Villa. La dualidad sentida y emocionada de aquel "Sagrado
martes de la peña. Te llevo en el corazón" donde la verdad se
hace contrapunto, vida y eternidad.

Al final
....Cuando se rindan mis manos
y se vacíe mi cuerpo,
al desfilar como lobos
los más profundos recuerdos,
veré un bosque de cachavas,
torneantes y lanceros,
mi amada caballería,
niebla espesa sobre el Duero
la soberbia Tordesillas
y al Toro Vega embistiendo.
Equipaje de guerrero,
eso será lo que lleve
cuando se cieguen mis ojos
con la luz que ven los muertos...
Ramón de Carrecastro

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