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LECCIÓN DEL TORO DE LA VEGA

SU HISTORIA, PASADO, PRESENTE Y FUTURO.

En Tordesillas el 23 de junio de 2001 se inauguró la I Escuela de Lanceros del Toro de la Vega. Jesús López Garañeda impartió una de las dos clases con que se abrió el acto. Por la extraordinaria importancia que tiene la investigación hecha para conocimiento de cuantos aficionados tiene este espectáculo taurino sin parangón en ningún pueblo de España se reproduce a continución su contenido. Las fotografías que ilustran el trabajo pertenecen al CD del patronato del Toro de la Vega.

Cuando desde el escaño del Aula Triste de la Universidad de Valladolid en el palacio de Santa Cruz me dirigí el 22 de noviembre de 1993 al público que escuchaba la disertación, a la que siguió un animado coloquio, sobre las esencias del Toro de la Vega me acordaba de muchos años de lucha y brega porque el festejo recuperara su esencia, su limpieza y su espectacularidad, sobre todo de la que hace gala en estos momentos, pese a ciertas situaciones esporádicas, imprevisibles, fortuitas y casuales que se dan en algunos momentos de su lidia, del Torneo del Toro de la Vega como debe denominarse. Emoción entonces y emoción ahora y acicate para ayudar a superar las dificultades.

Llega ahora, recién estrenado el verano del tercer milenio, una actividad académica para el curso de lanceros del Toro de la Vega. Doctrina que es preciso recoger y repasar una vez más para comprender el tiempo, el engarce que existe entre generaciones con un toro bravo como protagonista: Padres, Abuelos, y antepasados admiran el vaso de la lanza donde deben colgarse las cintas de la honra. El mástil elevado al cielo, asido con fuerza por las manos de quien cree profundamente en lo suyo, sin pensar en riesgos, eventualidades y azares, completando la unión con su pasado histórico, eslabón hallado y construido para completar la escalera de hechos encadenados sobre los que se cimienta la historia de cualquier pueblo, y aunque nos ayude la cronología, la etnografía, paleografía o arqueología, llega un aire de misterio, un áurea de extrañeza hacia aquellos que no son de aquí pero sienten especialmente el mito y el rito, la congregación, la unión de los esfuerzos por una idea original, por un pensamiento destacado, por una costumbre ancestral, ceremonia antigua, espíritu de nuestro espíritu, carne de nuestra carne.

 

Después de la caída del hombre, la guerra y el desorden perturbaron el mundo, por lo que fue instituida la caballería para contener y defender a la gente. Un hombre de cada mil, el más fuerte, el más leal y el de valor más noble fue el elegido para ser caballero. Ese hombre debía poseer un caballo, la más noble de las bestias.

Los caballeros se ejercitaron continuamente acudiendo a las justas y torneos. La dominación árabe, más aún la aparición de la caballería integrada por las órdenes militares religiosas promovió los torneamientos que llegan a su mayor esplendor desde el siglo XIII al XV.

En Tordesillas, aprovechando la existencia de torneos se configuraron ciertas Cofradías o Hermandades que al fin religioso sumaron el caballeresco, y bajo la advocación de algún santo, reglaban los torneos enseñando el correcto ejercicio de los mismos con la observación de la más estricta pureza de sus cánones, a fin de que sus practicantes pudieran obtener pruebas e nobleza e hidalguía. Las instituciones caballerescas tordesillanas perduran desde sus orígenes en quienes hemos heredado su legado, y es deber nuestro formar a quien nos herede desde la infancia, a fin de que desempeñen dignamente las funciones por las cuales se estableció el torneo del Toro de la Vega.

Estas funciones no deben quedar reducidas a la instrucción en el arte del torneo, con ser muy importante, porque el torneamiento del Toro de la Vega es algo más, es un rito, una religión y es preciso que no solamente su práctica, su ética y su ciencia se pongan por escrito, sino que debe haber una escuela en donde se instruya sobre el oficio o ceremonia ritual del Toro de la Vega, al igual que aquellas universidades en las que aprenden su doctrina y práctica los licenciados y doctores de los diversos saberes.

En ello estamos.

Desde el combate de Hércules con los toros de Gerión que pastaban en las llanuras hispánicas hasta el siglo XVIII en que el toreo a caballo dominó la fiesta de los toros con carácter eminentemente aristocrático, los alanceamientos de toros tienen buenas pruebas en la iconografía. De esta manera, hay testimonio no legendario de juegos o combates en que el toro aparece como protagonista en Creta en los frescos del palacio de Knossos y en la Estela de Clunia se ve a un hombre que está a punto de alancear a un toro.

El "bos taurus ibericus" vivía en estado salvaje y con su instinto preparado para luchar contra la intemperie en su misión de subsistir, procrear y servir de codiciada pieza de caza. Así, ha sido siempre una tradición secular dar muerte a un toro entre los antiguos pueblos que habitaron España.

Ya Virgilio, extraordinario cantor de la vida pastoril, habla en uno de sus poemas del toro huido y abochornado, describiendo el peligro del toro que ha perdido la conexión con su rebaño:

…el que en la liza

vencido fue, se ausenta y se destierra

en ignotas comarcas, y allí gime

y devora su afrenta, y sufre llagas

que le ha causado el vencedor soberbio.

Conviene recordar aquí que el ganado vacuno hispánico tiene unos representantes pétreos que se conocen con el nombre de toros, sobresaliendo por su fama los de Guisando y aún más cerca de nosotros en el espacio el verraco de Toro, la ciudad zamorana más bella y excepcional. Además los vestigios numismáticos o de monedas iberorromanas representan a veces un toro corriendo con un brazuelo doblado o con la cabeza baja en actitud de embestir. Por tanto, actividad venatoria, deporte, rito, justa, lidia o torneo han estado presentes de una u otra forma dentro del quehacer del pueblo.

Diversión y comida. Los carniceros encargados para expender y vender al público la carne de los toros, tras correrlos en jornadas entretenidas que a todos son gustosas. Riesgo, emoción y sentido de algo interior, profundo ocasionan una demanda de reses tal que todo desembocaría en la formación de ganaderías bravas con el único y exclusivo fin de producir toros de lidia. Ahí están los nombres de Don José Gijón, Don José Vicente Vázquez y los hermanos Gallardo, pioneros en esta tarea.

Aquí en la Cuenca del Duero es donde se tipifica una de las ganaderías con el sello de brava más conocida y se transmite por herencia la bravura: Es en el raso del Portillo donde se hace en 1765 y tenía preferencia para figurar a la cabeza en los carteles de las grandes corridas por ser vacada del Rey y no porque fuera la primera constituida, pues sin ir más lejos, las vacadas de Reguilón y de Nieto son las más antiguas en Castilla la Vieja. Por otra parte, al aspecto testimonial de utilizar toros como objeto de caza se le añadiría el mágico- religioso, como se observa que perdura en el siglo XVI cuando para cumplir un voto religioso hecho por Comunidad o particulares se organizan toros corridos.

Según la crónica de Alfonso X, el alancear toros es festejo que aparece en muchas bodas o casamientos regios o nobiliarios, como por ejemplos en las del Cid. Incluso en las Partidas se alude a gentes que tienen por oficio alancear toros. Las descripciones de fiestas de toros son continuas en numerosos romances y poemas. Por no ser prolijo citaré el Victoria de Don Pero Niño; la Crónica de Don Álvaro de Luna… Con los Borbones, y a pesar de que algunas Maestranzas de algunas ciudades apoyaron la fiesta de los toros, el carácter aristocrático de la fiesta comenzó a decaer, lo cual produce el beneficioso efecto de hacerse ésta cada vez más popular, hasta llegar a invertirse el papel, como sucede en la actualidad, pasando el caballero - futuro picador- a ser quien preparaba el toro para que los de a pie ejecutaran las diversas suertes. Durante esta primera época no hubo reglas que rigieran la lidia; los toreros mataban a los toros como podían, con arpones, lanzas y estoques de hoja ancha, ayudándose con la capa y el sombrero. La característica del espectáculo taurino fue su ferocidad que, a menudo, derivaba en locura absoluta, delirante…

Al parecer, la primera festividad taurina de la que hay fehaciente documentación es la de una fiesta real celebrada en Logroño en 1135 con motivo de la coronación de Alfonso VII el Emperador. Por esta causa en Varea (Logroño) se corrieron toros a los cuales se azuzaban perros, o se les "miscaba" como decimos por Tordesillas, dándoles muerte al final con venablos.

También el Fuero de Zamora ordenaba en el siglo XIII que si el animal objeto de la corrida huyera del lugar donde se celebra el espectáculo, deberá ser matado en evitación de que cause daños.

"Defendemos que nenguno non sea osado de correr toro neu vaca brava en no cuerpo de la villa, se non en aquel lugar que fue puesto que dicen Sancta Altana, e ahí cierren bien que non salga a fazer danno" (Capít. 86. Fuero de Zamora, Salamanca, Ledesma y Alba de Tormes).

En el siglo XIV ya hay caballeros alanceadores y según Fray Prudencio de Sandoval, Carlos V alanceó toros en Valladolid.

"Y algunos días corrían toros, en los cuales no fue ninguno que tanto se esmerase con ellos assí a pie como a caballo", expresa Gutiérrez Díez de Games en el siglo XV y León de Rosmithal en 1466 dijo: " En los días festivos tienen gran recreación con los toros para lo cual cogen dos o tres de una manada... y hombres a caballo los acosan y les clavan aguijones para enfurecerlos". Y Gonzalo Fernández de Oviedo "es mucha cantidad la que del ganado vacuno se mata e alancea en el campo". Y Fernando Chacón " Esto se ha de hacer con lanza de pino y no de fresno; porque la de pino quebrará luego y el caballero ganará la honra, y la de fresno lo sacará de la silla". Y fray Francisco de Alcoçer " y provea la autoridad que donde se han de correr toros no haya niños, ni viejos, ni mujeres, ni locos, ni cojos, ni enfermos". Y Pedro de Aguilar "Las lanzas más útiles y de provecho para el esperar de los toros son las de fresno". Y fray Gerónimo Román de la Higuera "parece que en estos días se tienen por muy desconsolados los españoles porque no se corren los toros. Usóse esta fiesta antiguamente en Castilla, y en tanta manera que hacían votos a los santos de correr toros". Y Enrique Cock "El lunes siguiente 22 de junio, en Tordesillas se detuvo su majestad y corrieron después de comer toros entre el palacio y el río en una llanura que hay allí como plaza donde estaban hechos los tablados, donde un toro saltó desde arriba en el río y le hicieron mal en el agua los que sabían bien andar". Y Luis Zapata de Chaves "No se sabe que en nuestros tiempos hayan muerto toros sino a Mateo Vázquez Coronado, alguacil mayor de Valladolid, que le hirió un toro en una pierna de la que murió en pocos días y un barbero de Toledo, decían, que acertaba a alancearlos y delante del emperador mató uno y yo lo vi, y como cosa de hombre bajo no se tuvo en nada". Y Pedro Fernández de Andrada " El hombre que quiera alancear ha de tener gran osadía y determinación, que con ésta hará todo lo demás bien hecho".

Tomé Pinheiro da Veiga presencia en 1605 cómo "Don Pedro de Barros metió un garrochón por la cerviz, de suerte que le pasó el cuello al toro y se fue en sangre por la boca y cayó luego a los pocos pasos". Y Antonio de León Pinelo " A media tarde, tras la boda del Conde de Villalonso con doña María de Ulloa hubo fiestas públicas de toros y cañas. Acabadas las cañas hubo otros dos toros, con que se dio fin a la fiesta que fue muy lucida".

En el siglo XVII, como protección a la familia real se formó bajo su palco un retén armado de alabardas, el cual inspiró a muchos poetas, pues era a menudo blanco de las iras y acometidas del toro. De aquí viene la Suiza o guardia de alabarderos. (La plaza vieja de Madrid fue escenario de uno de estos acontecimientos, protagonizado por la Guardia real).

En el Carpio en 1624 hay una fiesta en honor a Felipe IV y la llamada Suiza usa alabardas, partesanas y dardos. Incluso hay pueblos en Aragón en donde se usan palos rematados en punta de "t".

De una acometida a uno de estos estrados, comenta el licenciado Porreño: "La primera vez que echó mano a la espada fue cuando un toro porfiado y fiero acometió el lugar en donde estaba, queriendo hacer presa en él. Don Juan- se refiere a Don Juan de Austria- echando mano a la espada mató al toro y por su arrojo y valentía las damas le cantaron la gala, mientras Don Luis Quijada y Doña Magdalena de Ulloa, sus tutores, recibían parabienes".

En la Villa de Lerma (Burgos) eran frecuentes los festejos taurinos y teniendo en cuenta que la misma está situada en un otero o promontorio, se abría una puerta que permitía al toro se despeñara al río.

En Tordesillas, el 17 de junio de 1652 hay fiesta de toros con despeñadero y así, aunque el despeñamiento no es una modalidad fija en los festejos, en la visita que hace Carlos II el Hechizado a Tordesillas en 1696  "no se puede despeñar al ser invierno y tener que entrar gente en el agua".

Como se reconoce por todos los expertos, la edad de oro de lo que entendemos por correr toros se fija en el siglo XVII. De esta forma, cualquier acontecimiento de importancia, bien fueran hechos victoriosos de armas, felices preñeces de reinas e infantas, bodas y casamientos eran celebrados con fiestas de toros. Esto generaría una demanda tal que muchas poblaciones se dedicaron a proveer de ganado bravo a cuantos pueblos lo precisaran. Recoge José Ramón Muelas que en enero de 1583 aparece en Tordesillas una compañía comercial de bueyes y azúcar y cera y otras cosas... Esta compañía estaba formada por Juan González Reguilón, el tratante, Diego de Aguilar, Pedro González de Villalpando y Juan Antonio de Medina, la cual arrendaba pastos entre otras actividades. Esta compañía se disolvería en 1594 con un beneficio de 66.704 reales para cada socio, quedándose con ella los hermanos Juan González Reguilón, Santiago González Reguilón y Alonso Juan. El hermano pequeño de los anteriores, Gerónimo González Reguilón, aparece en 1638 dando en la villa los toros para celebrar la victoria de Fuenterrabía y en 1650 está asociado con el regidor Antonio Lozano de Urreamendi para procurar los novillos para el voto de San Roque, teniendo problemas con la villa para el arrendamiento del Prado del Zapardiel, por ser bravo el ganado y ocupar la mitad del prado.

En 1677 se envió un encierro a Pamplona para la gran corrida anual de San Fermín. Los toros entraron en Navarra por Logroño y descansaban en los sotos de Mendavia y Salinas. Curiosamente algunos toros padecían algún defecto, por lo que se contrata al saludador Domingo pasador para que "conjurando, les limpie a los toros de cualquier maleficio...", cobrando 16 reales por su trabajo.

El universal Cossío dice que en la dilatada temporada que se prohibieron las fiestas de toros por la majestad de Felipe V, vio deshacerse las dos vacadas de Reguilón y Nieto, que fueron famosas en Castilla la Vieja.

En 1688 para festejar la colocación de la Virgen de la Peña se pretende correr en el Palacio 14 toros con despeñamiento. De estos 14 toros, 5 fueron ofrecidos "por cuatro dueños de vacas que hay con caudal en esta villa".

Pues bien, expuestas estas pinceladas históricas en donde se halla el vestigio del Toro de la Vega como uno de los festejos más rancios de los que aún se celebran por estas tierras de la vieja Castilla y que produce hondo encuentro con la raíz de una tradición o tema preferido para el debate contrario es la lidia y muerte del Toro de la Vega.

En 1979 recibí una carta que conservo firmada por el entonces director del Archivo General de Simancas de la corona de Castilla, Amando Represa Rodríguez. En ella textualmente además de animarme a continuar buceando en el pasado de esta fantástica tradición taurina me decía que era el "único espectáculo taurino de neta raíz medieval e incluso celtibérica que se conserva en España".

Todos los años, un martes de septiembre, se suelta por las calles de Tordesillas un morlaco pasado en arrobas y años para ser lidiado y corrido en la forma acostumbrada. Tras llegar a la explanada de la vega es alanceado hasta su muerte. En ella participan cuantas personas lo desean, bien a pie o a caballo, eludiendo cualquier vehículo o medio mecánico para hacerlo. Esta última prescripción no siempre se ha cumplido, pese a todas las recomendaciones y bandos de la alcaldía así como de asociaciones diversas que participan. El Patronato del Toro de la Vega es un organismo que contribuye a velar por la pureza del festejo, con la edición de murales, carteles, cuadernos, libros, pegatinas u otros medios propagandísticos, habiendo llegado a la concienciación ciudadana y popular de su fiesta más importante. Tanto es así que el desaparecido Ministerio de Información y Turismo declaró la fiesta como de "interés turístico", aportando una subvención para os gastos de organización. Así aparece publicado en el Boletín Oficial del Estado.

La fiesta es en martes porque en ese día de la semana se celebra en Tordesillas un mercado franco, otorgado por privilegio del rey Enrique IV el 28 de agosto de 1465, que se sigue conservando aún hoy. Por este motivo la mayoría de los moradores de los pueblos comarcanos acudía a la Villa de Tordesillas a realizar sus trueques comerciales. Justo era, y es, que el Consistorio diera un día de fiesta a todos esos visitantes y vecinos, porque como se dice en uno de los acuerdos municipales: "Las fiestas de toros, a todos son gustosas" y un testigo de excepción, Santos López Pelegrín en 1842 completa "...al anunciarse fiestas de toros, todos los alrededores se conmueven, las gentes enloquecen, y de más de quince o veinte leguas de distancia acuden de tropel los forasteros de todas clases, sexos y edades a disfrutar de esta diversión encantadora y tan favorita entre nosotros que hasta el simple simulacro o remedo de ella es el juego más común y predilecto de los muchachos".

Y lo es septiembre porque en esa época ya están alzados los cereales y con la uva a punto de vendimia. Un acuerdo en las actas municipales 1 de junio de 1701 desvela que la fiesta ha de ser en septiembre: "Porque en agosto algunos regidores, vecinos y forasteros no acuden a las funciones por ser tiempo caluroso y estar en la fuerza de recoger los granos". Y eso era así porque Tordesillas, pueblo agrícola como casi todos los de Castilla y León debía tener las mieses recogidas en el mes de agosto. Como se decía por aquí: "hecho el verano y el grano en la panera".

La fiesta del Toro de la Vega es una auténtica lidia y debe estar reglamentada para conocimiento de estudiosos y participantes, dejó dicho en otra carta uno de los redactores del primer reglamento taurino de la democracia, el senador Juan Antonio Arévalo Santiago. Aunque el uso y la costumbre son el mejor reglamento, se hace preciso dejar escritas las normas sobre todo en estos años donde prima más el informe, los textos, el punto y la coma que cualquier otro aspecto. De ahí el esfuerzo por dotar de un cuerpo documental a la fiesta.

Aspectos modernos y apuntes para ampliar a nuestros alumnos de la primera asamblea de lanceros decirles que los años 80 fueron muy ricos en aportaciones para la historia del Toro de la Vega, hechas por un grupo de personas encuadradas en una Asociación existente en la localidad que cumplió su tarea cultural desde 1977 hasta 1990. Se trató de la Asociación Cultural Amigos de Tordesillas. En octubre de 1985 la Universidad de Salamanca recibió la tesis de José Antonio Puras sobre el toro de la vega titulado "Hacia un estudio antropológico del Toro de la Vega" y el antropólogo Julián Pitt Rivers abrió el curso 85/86 en el Museo nacional de etnología de Madrid. Pero nada tan claro, efectivo y elocuente que la defensa jurídica hecha por el abogado tordesillano, ya desaparecido, Antonio Santander de la Cruz, y que fue aportada ante el Parlamento Europeo en septiembre de 1989 y enviada una copia a toda la Corporación de Tordesillas en la persona de su Alcalde-Presidente. Todo el texto íntegro puede ser visto y analizado en mi libro estudio sobre el Toro de la Vega, en la edición de 1994. El escrito, de impecable léxico jurídico y razonamiento irreprochable, pervive aún hoy en día y es útil para cuantos se acercan al Torneo y de obligado conocimiento para cuantos letrados desean servir esta causa. Bien estaría que la cátedra desde la que se imparten estas lecciones teóricas llevara su nombre en reconocimiento imperecedero.

Cuando la evolución de los acontecimientos y de los aconteceres relacionados con este fantástico hecho taurino de Tordesillas, una de las pocas reliquias que nos quedan de la etnografía más singular protagonizada por nuestros antepasados y por nosotros mismos y por los que nos sucedan en estos menesteres, llegaron a los años sesenta y con ellos la adopción de cierta liberalidad y permisividad de las normas que rigen el torneo, el torneo estuvo en el aire. Hay testimonios de inadecuados comportamientos, bien es verdad que por parte de una minoría, aunque llevados al extremo propagandístico son utilizados por cuantos desean que se eliminen estas fiestas llamadas por ellos mismos bárbaras. Uno de los hombres que más se significó en esta lucha contra los directivos de las sociedades de animales y plantas fue Eusebio González Herrera, autor además de un libro acerca del Toro de la Vega, preciosamente ilustrado con excelentes fotografías, el cual salió a la palestra de los periódicos a defender el espectáculo y la idiosincrasia que significaba para Tordesillas. Las hemerotecas de los periódicos consultadas son abundantes en este tipo de noticias a las que me refiero, incluso reportajes y columnas de opinión aparecen en los medios de comunicación provinciales, abogando unas por la supresión forzosa del Toro de la Vega y otras animando a la celebración como rito perenne de nuestro sentimiento tordesillano.

Eusebio González, que tenía la profesión de militar, arriesgó en cierta manera en un tiempo en el que hablar en los periódicos, y salir en ellos, sólo estaba destinado a unos pocos escogidos. A tanto llegan los problemas de finales de los sesenta que se cuenta incluso con la prohibición gubernamental del espectáculo taurino y, ante las protestas del público, hace acto de presencia en Tordesillas un importante número de agentes de la policía y de la guardia Civil. Tal vez alguno de los aquí presentes recuerde a los guardias civiles con el mauser empuñado en la balconada del ayuntamiento y a la policía armada en los balcones superiores. Sin embargo ello no arrugó demasiado a la gente, pues el Toro sería alanceado.

Otros aspectos tangenciales al asunto serían los numerosos incidentes, algunos rayanos en la leyenda tragicómica, conque se ha desarrollado casi siempre el Toro de la Vega, palabra casi tabú y obscena para cuantos se la cogen con papel de fumar.

El Toro Vega sembraba el terror. Y así era. Así solía ser. Una áurea leyenda adornaba al ritual taurino más importante y más antiguo que aún tiene Tordesillas, pese a unos y a otros. Sencillamente porque el pueblo lo ha adoptado como suyo. Lo ha hecho un miembro más de la comunidad tordesillana. Para corroborar este aserto, me remito al viejo privilegio del animal para tener servidumbre de paso por el puente de Tordesillas per saecula saeculorum, como han recogido las ordenanzas que en la actualidad rigen el desarrollo de su fiesta.

Por tanto terror y respeto, dos aspectos ciertamente indisolubles con este hecho táurico tan importante. Y todo pese a que los incidentes personales en el desarrollo de su lidia hayan traído hasta la fecha tres personas muertas ensartadas por sus astas.

Los recojo muy sucintamente aquí pese a los problemas y desgarros que su desarrollo a lo largo del tiempo, incluso de las incidencias más serias que pueden ocurrir siempre que el hombre se enfrenta cara a cara con el toro. Por tanto los anales del toro vega no presentan un balance excesivamente sombrío, pues hasta el fallecimiento registrado de la primera persona en los cuernos de un toro vega hasta el último producido por "Malvestido", el ejemplar corrido el año 1994 de Murteira Grave en Manuel Serrano Grande, joven de Medina del Campo, dos más había precedido. El primer registro fue el de Blas Rodríguez Valea (a) el Pollo, nacido en 1846 que fue cogido en el burladero de los toreros por el Toro de la Vega y trasladado en un carro a Valladolid, murió a la altura de Simancas, sin poder aguantar la tremenda cornada abdominal que recibió. Dejó viuda y dos hijos, Eleuterio y Pedro, que siempre recordaron la tragedia que asoló su casa. La segunda que yo mismo presencié y asistí, con el equipo de la Cruz Roja local, sucedió en el corazón del Cristo propinada al vecino de Rueda Carlos Santamaría Vaquero en 1975 por Bailador, el toro de Pedro Puertas Vega que le ensartó por la pierna y le golpeó contra el suelo, produciéndole unas heridas de las que moriría en el Residencia Onésimo Redondo de Valladolid, muchos han sido los sustos, sobresaltos y escalofríos, pero entre estos hechos que conviene conocer pues el juego con el toro tiene evidentemente su riesgo. De todas formas, hay algo en las personas que les mueve a tragar el miedo y sentir la emoción y el pálpito corriendo detrás o delante, saboreando cada momento, masticar polvo y emoción, azar y peligro.

Es cita obligada en esta lección el documento que nos permitió efectuar una aportación singular a la historia del Toro de la Vega: Un libro de la Cofradía del Santísimo Sacramento que últimamente todos cuantos tocan el tema del Toro con cierto rigor citan, sin recoger la fuente para desgracia nuestra, pues nosotros la encontramos y la hicimos pública y notoria como debe ser.

Corría el año de 1979 cuando se me encargó pronunciar el primer pregón del Toro de la Vega. Ilusionado con la tarea empecé a preparar unos folios relatando lo que yo entendía por tal y a la vez seguí acudiendo a la casa de mi buen amigo, ya fallecido, el párroco de Tordesillas fundador del Museo de San Antolín y de la barriada de la Providencia Don Ismael Rodríguez Paniagua, a leer todas las tardes los libros del archivo de Santa María que se encontraban a la sazón en la casa parroquial de la calle Carnicerías. Con el tiempo y viendo los ramilletes de noticias que recogí allí, pasé a visitar los de San Pedro. Allá por el mes de agosto topé con un libro de tamaño de unos 35 centímetros de largo y 25 de ancho con tapas de pergamino y pocas hojas, en comparación con los voluminosos llamados de fábrica. Se trataba, como rezaba el título del "Libro de la Cofradía del Santísimo Sacramento, de la parroquial de San Pedro apóstol de Tordesillas". Al empezar a leerlo, siempre desde el final al principio, para así acostumbrar mejor al ojo a la comprensión y entendimiento de las grafías, aparecieron algunas actividades realizadas por la cofradía en el año correspondiente. "Es mayordomo... y para honrar todo el culto divino tuvo sus fiestas de toros". Aquello me desveló: había encontrado el comienzo de una noticia fidedigna, de época, que me podría servir para mis trabajos e investigaciones acerca de Tordesillas, pues en la época que relato las colaboraciones semanales en el programa Corazón de Castilla radiado por La Voz de Valladolid y que dirigía José Delfín Val Sánchez precisaban de ese tipo de hallazgos documentales para ilustración de las crónicas, además de las páginas del Diario Regional, periódico vallisoletano que primero publicaría la noticia.

Tras tomar puntuales notas seguí leyendo ya con el corazón cada vez más acelerado por lo que venía escrito en los folios 258 y 257 anverso y reverso correspondiente a 1659 con unas décimas compuestas por un arpista de la catedral de Salamanca que había acudido ese día y año a la función de la Cofradía y que al escribano le interesaría recoger por haberle impresionado, impactado como se dice de forma cursi ahora. En ellas el encierro, echar perros al toro y la lanzada dada a un bravo animal animó, entre otras actividades la fiesta de aquel año... Y en el folio 239 vuelto correspondiente a 1584 "con dos toros por la mañana en la vega y seis por la tarde". Y la guinda, el estímulo, la atracción, la incitación, el remate fue la mágica palabra: TORO VEGA tal cual en el año 1583 en el texto de ese año que me hizo dar un respingo que a poco hago añicos el flexo con el que me alumbraba.

Marcando debidamente la señal de ello, al día siguiente la fotocopia, la única pública que por aquel entonces había en Tordesillas que estaba en la tienda del recordado amigo Quintín Muelas, reproduje los textos que mejor me valieron para corroborar cuanto digo.

Recuerdo también que aquel año en la visita al prado del Zapardiel para ver los novillos de la peña, enseñé, mostré en la puerta del bar la Luna a algunas personas el papel fotocopiado con la mágica palabra: TORO VEGA porque no podía aguantar la emoción más sin enseñarlo. Ahora les voy a repartir, alumnos de este colegio de lanceros del Toro de la Vega, una copia de ese texto para que ustedes lo tengan, lo vean y lo guarden. Es la prueba irrefutable y sin mancha de cuanto acabo de decir.

Causada la sensación, meditada la actuación y empezado a investigar la raíz de esta fiesta taurina, animado por mis amigos de la Asociación Amigos de Tordesillas y ante la desfachatez publicada en el mismo programa de fiestas de 1980, así como de una carta de Amando Represa, el director del archivo general de Simancas, decidí fotografiar todas y cada una de las páginas del libro. Con el fotógrafo de la localidad, José Luis Juárez, nos desplazamos a la casa parroquial para pedir autorización al párroco a la sazón José Rodríguez de Castro que nos permitiera hacer dichas fotografías. Imposible encontrar el libro. Había desaparecido de los anaqueles en donde estaba. Los de fábrica estaban, los de difuntos, matrimonios y bautizados estaban, pero el libro de la Cofradía del Santísimo Sacramento ya no estaba en las estanterías. La contestación fue que se estaba procediendo al traslado de los fondos al archivo diocesano de Valladolid y que tal vez ya estuviera allí el mencionado libro. Con la decepción pintada en el rostro salí de la casa de San Pedro. Menos mal que las fotocopias sirvieron.

Ya ordenan y amenazan las bulas de los Papas Pío V, Gregorio XIII y Sixto V a los que intervienen en el correr toros recogidas por Juan Mariana en 1609" prohibimos y vedamos que en ciudades villas y lugares se corran toros... y si se hace que carezcan de sepultura eclesiástica quien muera en ellos". No debe extrañar pues el mandato del obispo de Valladolid ante su visita a Tordesillas que textualmente dice: "Por cuanto toda agitación de toros está prohibida por los sagrados Cánones fundados en doctrinas de los Sanctos apóstoles a todas las personas eclesiásticas, como fiestas propiamente de gentiles, respecto a estar informado que en esta villa ay muchos sacerdotes que con hábitos indecentes y bara larga salen a cavallo assi por las calles como por el campo, conque se hacen desestimar de los seglares, mezclándose con ellos mesmos, manda S.I. que de aquí adelante ninguno que esté ordenado de orden sacro salga en la dicha forma ni en otra a correr ni a encerrar los toros dichos y lo cumplan pena de excomunión mayor y 4.000 maravedises aplicados para obras pías y 20 días de cárcel y con apercivimiento que se procederá contra os transgresores con todo el rigor... Y en el margen de este párrafo que corresponde al mandato número 12: "QUE NO SALGAN LOS SACERDOTES CON VARA LARGA A LOS TOROS DE LA VEGA".

 

¡Qué razón la de Jaime Balmes cuando dejó escrito que "el protestantismo comparado con el catolicismo es bastante comprensivo con la fiesta de los toros y quiero hacer notar a los extranjeros que nos acusan de bárbaros, que la afición del pueblo a correr toros no es más que la aplicación a un caso particular de un gusto cuyo germen se encuentra en el corazón del hombre".

 

Es por tanto, una cofradía de Tordesillas la encargada de organizar en el siglo XVI y XVII la fiesta de correr los toros para solaz, esparcimiento y diversión, con motivo de la festividad, hasta que llegado el siglo XVIII y las innumerables vicisitudes por las que pasa el juego del hombre con el toro, por tener dentro del mismo enjundiosos relatos, amenas y entretenidas relaciones y un sin fin de noticias que mantienen al aficionado en vilo y que gusta de conocer y perpetuar, sea el Concejo quien pone en marcha esta tradición tenida en buena hora en los pueblos libres y de libertad. Por tanto los siglos XVIII, XIX, XX y este XXI que acabamos de empezar es el municipio por medio de su Ayuntamiento quien hace suya la organización y puesta en práctica del toro corrido por la calle. A esta actividad se unen entidades particulares en ocasiones que aportan algunos aspectos para engrandecerla y fomentarla más y mejor.

Los libros de Acuerdos del Concejo son un vivero de noticias. En especial desde 1700 a 1950 tienen sacado año a año todas y cada de las noticias en las que se relatan las fiestas de toros en Tordesillas en mi "Crónica de Tordesillas" con lo que doy por reproducido su contenido evitando así exceso de intervención.

Les aporto en la documentación, como pueden ver, la reproducción del matasellos original enviado por la Dirección general de Correos tras la declaración del Año Internacional del Toro de la Vega, con la edición de carteles y ejercicio de múltiples actividades, así como el documento por el cual el Ministerio de Cultura declara al toro de la Vega fiesta de interés turístico, publicando en el Boletín Oficial del Estado tal contingencia y acuerdo como dije anteriormente.

Todas esas actividades supusieron esfuerzo y trabajo de algunas personas. Tal como ahora otras más se han sumado y aplicado para hacer de su tradición una fuerza viva que les una y amalgame. De ahí la importancia que los alumnos conozcan el sentido y la tradición de esta auténtica reliquia antropológica que es el Toro de Tordesillas.

 

En toda clase se recomienda un libro de lectura para que el alumno amplíe el conocimiento sobre el tema. Yo quiero recomendarles dos en estos momentos, uno el ya citado EL FAMOSO TORO DE LA VEGA de Eusebio González y el otro el editado por el Ayuntamiento de Tordesillas del que soy autor, "EL TORO DE LA VEGA. LO MÁS GENUINO DE UN PUEBLO" y que pueden ustedes adquirir en los servicios bibliográficos correspondientes a esta localidad.

Esta Academia de lanceros que hoy reinstaura el Patronato del Toro de la Vega con esfuerzo y cariño, viene a llenar el vacío existente desde la desaparición del primer patronato. La apoyamos y consideramos en su justa medida, como cátedra de argumentación, de exposición, de relato y de vivencia para dejar ordenada una fiesta taurina sin comparación en estos momentos.

Sólo un consejo a los alumnos: El examen que vais a tener cuantos os habéis matriculado en esta primera escuela tiene una contestación de sobresaliente y es ésta: No sintáis nunca vergüenza por lo que os digan, sino mostrad siempre el orgullo y defended con dignidad y apasionamiento lo que es de vuestro patrimonio cultural imborrable e indefectiblemente unido en la vida local tordesillana.

Quiero terminar con dos citas: Una de las personas que más ha criticado a los toros, Eugenio Noel, cuando dejó escrito que "la cuestión de los toros se ha tomado a broma en España por los pensadores y los historiadores porque la importancia de la tauromaquia en la vida ha sido enorme" y otra del gran Ramón Mesonero Romanos que dice: "Algo irresistible tiene nuestra fiesta popular. La afición a los toros es una diversión natural y a pesar de las leyes, de las persecuciones y de los razonamientos filosóficos no acabará nunca". Ambas hasta ahora están con plena vigencia

El Patronato empezó a andar de nuevo en el pasado año 2000. Sus aportaciones están a la vista, son públicas y notorias sus actividades, no sólo en Tordesillas sino fuera de ella, llevando el rito hasta donde le permiten sus fuerzas. En su escuela, academia o centro de estudios tienen cabida todos aquellos que deseen aportar algo al Toro de la Vega, lo más genuino de un pueblo. Ahora ya queda correrlo otro año más para cumplir con el rito.

JESÚS LÓPEZ GARAÑEDA