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¡Viva el Toro de la Vega de Tordesillas!

NO ESTAMOS SOLOS ANTE EL PELIGRO:

LANZAS PARA UN TORNEO.

Las críticas publicadas en los periódicos hacia el Torneo del Toro de la Vega de Tordesillas arrecian e inciden cada vez más en los insultos contra aquellos que se regocijan, celebran con especial emotividad y dedicación, participando en el mismo. No se salvan ni tirios ni troyanos, ni organizadores, ni el municipio, ni la propia Villa ni, por supuesto, las autoridades regionales que lo refrendan y autorizan, de acuerdo con la legislación vigente.

Ahora bien, eso de conculcar la ley cuando no conviene a los intereses, buscar el sometimiento de una parte de las personas a la aceptación de los criterios presentados y defendidos por esas asociaciones que dicen representar "los derechos de los animales", dedicándoles más esfuerzo, tiempo y dinero que a proteger los de las personas, infinitamente más importantes, demuestra que la escala de valores esta subvertida y es contraria a razón y lógica.

Pero vayamos a demostrarlo.

Hay una creencia en Tordesillas de que las personas que están al frente de las asociaciones protectoras de los animales son cuatro chalados que no tienen fuerza. Nada más lejos de la realidad a juzgar por el aporte de medios y subvenciones con que cuentan en el contexto europeo verdes, ecologistas, protectores de animales etc. que llevan y tremolan el estandarte, año tras año, de la polémica e intransigencia contra una actividad propia, única, especial y genuina de la Villa de Tordesillas y que dejan plasmada en diversos medios de comunicación.

El famoso y eminente psiquiatra austríaco de la universidad de Viena, doctor Verrecken, dice que los "amantes" o "defensores" de los animales forman parte de una de las variantes clínicas del llamado exhibicionismo de la bondad. Son enfermos – pero estos enfermos que siempre los hubo están organizados dentro del organigrama del poder político europeo-. Dicen: unos, nosotros, amamos a las plantas y a los animales. Otros, ellos, queman los bosques y descuartizan al Toro de la Vega.

Parece cierto que en nuestra sociedad existe una doble dialéctica, una contradicción: una parte está contra los toros y no estimula la fiesta porque es feroz, se opone a ella y la rechaza y la otra ve que, aunque los toros no van de acuerdo con su exhibicionismo de la bondad, una buena organización, politización de la fiesta, debe fomentarse con mucha escuela taurina pues son los votos del torerete al que apoyan el padre, la madre, los hermanos, los tíos, los primos, los amigos, los compañeros de trabajo y los del pueblo, ramillete de votos al fin y a la postre, que pueden dar o quitar los puestos de dirección política.

Pero aquí, en Tordesillas nuestro amor, existe la tercera vía, la heredada, asumida, fortalecida, apoyada por gentes de aquí y de allí y defendida hasta el extremo que es la protección, amparo y salvaguarda del Toro de la Vega, esencia original del toro corrido, porque interpreta un guión, un mito, un rito, un papel tan excepcional en nuestra vida local que es de todo punto imposible desgajar el nombre de la Villa de su producto más peculiar y singular.

Uno de los antropólogos de mayor categoría universal, Julián Pitt Rivers, se ha preocupado por el estudio del Toro de la Vega, habiendo entrado en la antropología universal de la mano del eminente científico y esto es ya prueba evidente de su pervivencia. Por eso a las agresiones que recibe el torneo de las personas que militan en las fobias, las gentes de Tordesillas las contraponen publicando estudios, realizando actividades y poniendo en marcha cosas que sí constituyen una auténtica e inteligente defensa, bastante mejor que contestar a un insulto con otro, cumpliendo y vigilando el cumplimiento de las ordenanzas del Inmemorial Torneo de acuerdo con los usos y costumbres tradicionales y pidiendo a cuantos acuden al mismo su colaboración para que se realice con la mayor honra y pureza y así su fama se difunda por todo el orbe. Esta lucha hay que mantenerla permanentemente, sin bajar la guardia en ningún momento.

Muchos años llevamos ya oyendo hablar y decir que debe prohibirse la práctica del "cruento e indeseable" festejo del Toro de la Vega de Tordesillas que recibe una y otra agresión, pero para tapar la boca de quienes padecen el síndrome clínico del exhibicionismo bondadoso no hay mejores argumentos para defender al torneo que llevar a la conciencia de todos el seguimiento a rajatabla de las ordenanzas, completas y perfeccionadas, pues constituyen el principio válido para su celebración, aunque siempre habrá y aparezcan ideólogos despreciables y envilecidos de cierta mano que jueguen a una doble dialéctica.

Jesús López Garañeda 

 

 

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