|
ALGUNAS CONSIDERACIONES EN TORNO AL TORO-VEGALUIS MARTIN ARIAS . Torneante en el torneo
|
l. El problema de la violencia y su relación con el sexoUna forma de locura, muy peligrosa pero tremendamente moderna, totalmente actual, consiste en pensar que el ser humano puede regularse exclusivamente mediante LO RACIONAL y que por tanto el intercambio de signos o significantes (el esencial sería el dinero) puede controlar y ordenar a la sociedad que, de este modo, establecería unos lazos sociales basados en reciprocidades medibles, objetivables: yo te doy a ti algo tasado en tantos euros y tú me correspondes con algo de un valor equivalente. Todo limpio, todo verificable según la lógica cientifico-positivista. Todo, por eso mismo, tremendamente inhumano: si sólo prevalece la lógica del mercado nos convertimos en un número más, en un objeto, en un mercancía intercambiable por otra. En este universo lógico y racional, plenamente capitalista, todo aquello que no puede ser convertido en valor de cambio (en dinero) no existe, es negado o recusado. Y si persiste en manifestarse como fenómeno objetivo es (se dice) por una disfunción que puede y debe ser corregida. Así el problema de la violencia: sólo se entiende cuando es operativa, cuando sirve para algo práctico, para obtener algo concreto (como puede ser el usarla para robar, con guante blanco o no; o para obtener poder con el que robar o prevalecer sobre los demás en un posición privilegiada frente a las relaciones universales de intercambio). Pero, ¿qué ocurre con la violencia sin sentido, sin fin práctico? ¿Por qué miles y miles de jóvenes, muchos de ellos universitarios bien instalados en nuestra sociedad del bienestar, se dedican los fines de semana a destrozar todo lo que pueden, a aniquilar todo signo de civilización, desde las papeleras a los bancos, pasando por las paredes de los monumentos más respetables? ¿Por qué un hincha de un equipo mata, reventándole el hígado a patadas al del equipo del pueblo de al lado en un partido sin importancia? ¿Por qué cada vez hay más asesinos múltiples o psicópatas desenfrenados que matan, por que sí, todo lo que pueden? ¿Cuál es el porqué de la violencia en los institutos e incluso en los colegios, que crece y crece sin parar, cuando llevamos décadas de pedagogía basada en la tolerancia y la no-violencia? ¿Cómo es posible que nos hayamos acostumbrado ya al terrorista canalla que pone una bomba, o se lanza él mismo como bomba, en un sitio y a una hora en la que sabe perfectamente que sólo van a morir inocentes, a ser posible niños?. Pero, sobre todo, ¿por qué estamos viviendo una auténtica epidemia de ataques a las mujeres, en esta sociedad que, con todos sus defectos, es sin embargo la más igualitaria y feminista que hemos conocido hasta ahora? Son fenómenos de violencia deslocalizada, tan desbocada como incomprensible; aunque este último adquiere una importancia especial si logramos ponerlo al lado de otro acontecimiento social claramente postmodemo: la imparable caída de la natalidad en las sociedades occidentales, sólo frenada por la natalidad de los inmigrantes, de momento inmersos en otra cultura no occidentalizada. Esta es la hipótesis: a menor capacidad para reproducimos más violencia desatada y loca contra las mujeres. Hagan sino la correlación estadística. Es una violencia ligada al no-sexo (como actividad relacionada con la fertilidad).
2. Las hipótesis antropológicas que dan sentido al Toro-VegaEl inglés Julian Pitt-Rivers, fue un aristócrata, hijo y nieto de antropólogos (su abuelo fue el creador de la antropología como especialidad universitaria y todavía en la Universidad de Oxford existe un "Museo Pitt-Rivers" en memoria de este profesor que empezó los estudios sistemáticos de los pueblos primitivos). El nieto, Julián, fue un innovador al estudiar con mirada antropológica las costumbres todavía vigentes en el mundo desarrollado, por eso está considerado como el impulsor de la llamada "antropología de la comunidad". Desde mediados de los años 80 quedó fascinado por el rito (o contra-rito) del Toro- Vega, visitando Tordesillas en varias ocasiones. Dedicó los mejores esfuerzos de los últimos años de su vida (murió hace 3 años) a elaborar una teoría antropológica que tenía como uno de sus principales fundamentos en el Toro- Vega, sobre el que escribió varios artículos y conferencias de gran interés (recientemente acaban de ser recopilados). Pues bien, si reinterpretamos la teoría de Pitt Rivers a la luz de otros autores (George Bataille en primer lugar, con su teoría de lo real de la violencia y su relación con la fiesta y lo sagrado; pero también Jesús González Requena y su teoría de lo simbólico) podemos concluir lo siguiente: - La violencia es constitutiva y esencial al ser humano. Etimológicamente viene de "Bios" (vida, raíz griega que da lugar a palabras como biología o estudio de la vida). No hay vida sin violencia y de ahí su relación con el sexo. Por otro lado Freud afirma que una energía poderosísima, la pulsión ("trieb") es lo que empuja sin cesar al ser humano hacia la violencia que, si no se regula, es destructora y autodestructiva ("pulsión de muerte" llama Freud a este fenómeno). - Las sociedades antiguas, sabias en tanto aceptaban una tradición de siglos, admitían la necesidad de regular esa violencia real y pulsional mediante ritos que la desplazaran hacia objetivos no humanos, haciéndola además socialmente productiva. - La violencia ritual tiene como finalidad última y oculta (inconsciente) encauzar la energía de muerte hacia la vida, hacia la fertilidad: el rito / contrarito del Toro-Vega es un ritual de fertilidad: anuda el lazo social, revitaliza a la comunidad y crea las bases simbólicas de la diferencia sexual masculino / femenino para conducir a la pulsión hacia el sexo fértil y creador. El rito del Toro-Vega ofrece un ejemplo de violencia localizada, socialmente productiva (produce cosas que no fabrica el capitalismo ni el mercado: buenos vecinos y hombres y mujeres dispuestos a procrear); aplaza la labor de la muerte, ofreciéndole el sacrificio de un animal totémico y el de aquellos que se juegan la vida enfrentándolo.
3. La conjura de los
necios
|