
A las 7,30 de la tarde, bajo la dirección de un impecable y
exquisito Francisco Javier Martín de Río, soguero benaventano, el
maestro Luis Capucha dictó su lección sobre tauromaquias populares y
los modelos organizativos de las funciones taurinas dependiendo del
tamaño de la villa o lugar que las celebra.
Las conclusiones fueron de gran interés, como por ejemplo que la
celebración de las funciones taurinas constituye mecanismo
primordial e imprescindible para dotar a un pueblo de cohesión,
reforzando su naturaleza de grupo coherente. Para glosarlo citó el
caso de las fregresías del Sabugal, donde pequeñas aldeas
despobladas celebran sus touradas organizadas por los nietos de los
que emigraron, pese a estar diseminados por toda Europa, de modo que
la vida colectiva renace al calor de forcón y el toro.
Otra conclusión fue la de asociar organizador con perfil de
población, planteando que cuanto más “urbanita” es una población,
mayor peso específico tiene el ayuntamiento en la organización, y
cuando más acentuado es el perfil tradicional de esa población mayor
peso específico tienen los vecinos agrupados en pandas, peñas,
asociaciones etc … en la organización real de las funciones.
El maestro desglosó los modelos organizativos de Cuéllar,
Tordesillas, Villafranca de Xira, Alcochete, El Sabugal y el
particularísimo Barrancos.
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Barrancos, un pueblo perdido de Portugal, es el único sitio donde se
estoquean los toros, lo que ha pedido una rebelión continua de los
vecinos contra las amenazas, represión y multas de una autoridad tan
lejana como acipayada. Tal resistencia ha sido posible porque el
ayuntamiento de Barrancos encabezó la rebelión y removió conciencias
primero, cosechó simpatías después y al fin consiguió una ley que le
permitió llevar a cabo la tauromaquia que querían sus vecinos y no
la que pretendían imponer unos entes lejanos, llenos de complejos,
frustraciones y fracasos que incapaces de convivir con los hombres
buscan en las bestias alivio a sus miserias.
Barrancos venció porque tuvo un ayuntamiento de hombres de honor que
pusieron por delante la obligación de servir a sus vecinos, y tan
honorable actitud hizo fracasar el intento de control cultural; caso
opuesto al de Tordesillas, donde sucesivos ayuntamientos han
preferido servir al partido político que los manda antes que a sus
vecinos, y se ha impuesto el control cultural mediante la
demonización de nuestras tradiciones subrayada con la exhibición de
un aparato represivo delirante; curiosamente Barrancos ha prosperado
mientras Tordesillas, no; más bien todo lo contrario.
Nadie apuesta por quienes ni siquiera han sabido defender su casa;
nadie apuesta por el espíritu Juan Vicente Herrera.
La lección trató otras
facetas de la tauromaquia popular, como su igualdad, si no
superioridad sobre la decadente tauromaquia de montera; el desprecio
secular que la Talanquera viene sufriendo atizado por quienes tratan
de imponer un modelo cultural que exige castrar primero la identidad
de los pueblos y la imperiosa necesidad de disfrutar una libertad de
verdad.
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La segunda lección de la tarde correspondió al maestro Dany Alonso,
torero popular de gran nivel y profundo conocedor tanto de la
tauromaquia popular pura, como de los concursos de cortes, espacio
en la frontera entre lo tradicional y la montera.
Comenzó su carrera a los 11 años cortando en Cantoblanco. Con 13
años, haciendo novillos, se escapa al Enmaromado de Benavente; es
año nefasto, se sufren 26 heridos y descubre al miedo. No ha vuelto
a Malgrad desde entonces: “ .. en ningún sitio he pasado tanto
miedo ..”.
Con 14 salta un cercado salmantino y corta a un utrero arrancadizo.
Con 16 años aparece en el tremendo concurso de Castellón merced a la
firma de su padre, le sueltan un bicharraco de más de 500 kilos, se
pregunta “¿Qué hago y aquí?”, y como el toro arrancado no
deja tiempo para filosofías, torea; tan a fondo que gana el concurso
convirtiéndose en un referente; El discípulo de Víctor Holgado se
había hecho maestro de golpe; pese a que aún faltaba mucho por
aprehender, quedó convencido de poseer esa calidad que sólo tienen
los grandes: La de prever qué va a hacer el toro.
Y comenzó una carrera donde los éxitos se mezclaron con los golpes,
como las tres cornadas profundas sufridas en Laguna “viendo
tierra y cielo”, que no sintió hasta quedar frío; o la cornada
moral de una niña profetisa, quien pronosticó que en el concurso de
Castellón ”a Dany le va a coger un toro blanco”, precisamente
cuando por gala entre amigos había afirmado que recibiría al toro a
bocatoril sentado en una silla. Abierto el portón salió espantoso
jabonero que en vez de arrancársele se le quedó mirando, parado por
completo y amagando; 612 kilos de profecía que le helaron la sangre
y el honor que le obligó a quedar quieto hasta ver quien podía más
si la Parca vestida de jabonero o él.
Pudo él, porque al final del final se arrancó y fue cortado poniendo
a la plaza en pie; la bestia frustrada le siguió hasta tablas y
fracasada, trató incluso de morderle. Nada duele tanto a los
demonios como el ser toreados.
Un excelente Javier Martín buscó las facetas profundas del torero,
quien ni se escondió ni respondió vaguedades o intrascendencias: “Me
siento figura desde que me levanto de la cama”. Pura autoestima
sin humildades de cartón, la primera condición que ha de tener quien
se enfrente al toro en calles y campos es estar seguro de sí mismo,
y ahí se empieza inducidos por alguna causa de peso; Alonso declaró:
“ .. me refugié en los toros desde que murió mi madre ..”.
No es el único que machaca a la de la guadaña burlándola, como hemos
visto algunos ejemplos en el Inmemorial Torneo. La muerte de la
esposa, del hijo o de alguien muy cercano puede inducir a liberarse
de ese dolor disolviéndole en la satisfacción que procura dominar y
dar muerte al toro, puro símbolo del mal como bien sabe todo el que
ha caído en su poder, pero caro es el precio del bálsamo: “ ..
cada cornada te come un poco …”; y rondan los miedos elementales
como expresión del instinto de conservación y los miedos profundos
como resonancias de la información almacenada de lejanísimos tiempo.
Alertas necesarias: “ .. si no tuviera miedo no saldría a un toro
…”. La receta para vencerlos parcialmente es pura metafísica, pura
mística del toreo tradicional y sello de identidad que le pone a
años luz del toreo de montera: “ … algo me dice que debo estar
..”. Además es preciso tener delante a un enemigo serio, nada de
toritos birrumberos de tranco mecánico y trayectoria rectilínea
canguresca, sino bestias del Apocalipsis: “ .. me gusta un toro
difícil, que no esté al alcance de cualquiera ..”.
¿Será ese “algo” el fundamento de la rebelión neolítica; es
decir, del destronamiento del animal para ponerle un escalón por
debajo del hombre?. Como sea Alonso no duda en manifestar esa
rebeldía asegurando que hay demasiados concursos de cortes donde
torean siempre los mismos, por cuatro perras en relación con el
público que llevan a las plazas, y cierran el paso a los nuevos que
pagarían por torear. Este exceso de cantidad ofertada también se
extiende a las funciones taurinas de nueva instauración, como por
ejemplo los toros de invierno que se corren estos días y que hacen
del año un continuo.
Ya no existe el descanso taurino que comenzaba tras el Jubilo de
Medinaceli y duraba hasta Ciudad Rodrigo, ahora todo el año hay
tauromaquia tradicional, y eso pese a una legislación restrictiva
fabricada por el enemigo, lo que demuestra su profundo arraigo en
nuestra cultura tradicional y en nuestros pueblos y su naturaleza de
seña de identidad.
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Terminadas las lecciones alumnos y maestros tuvieron cena de
reconocimientos en el Mesón San Antolín, donde continuó el Colegio
hasta pasada la medianoche, cuando se entregaron los certificados a
los maestros que impartieron lección y el reconocimiento especial al
profesor Luis Capucha.
Torero de los de una pieza; el profesor Capucha dio una conferencia
a las 10 de la noche en Villafranca de Xira; cuando terminó cogió el
coche y a Tordesillas. ¡Llegó a la del alba para acudir a la primera
lección del Colegio!. Esa es la gente del Toro Vega y a esa gente
premia el Patronato.
