TÁCTICA DE FORCADOS EN VILA FRANCA DE XIRA. ESCUELAS PRÁCTICAS 2.022.
J. Ramón Muelas |
foto: Enrique Carnero Santiago & Jose Carpita |
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El pasado mes de Abril tuvo lugar en la
muy torera Vila Franca de Xira la XXXI Semana Da Cultura
Tauromáquica, colaborando el Patronato del Toro de la Vega con
una exposición de sus fotógrafos Enrique Carnero, José Luis Abril
Antón y Ricardo Martín; estas reuniones, además del estrechamiento
de lazos entre gentes que pertenecemos a una misma y ancestral
Cultura, permiten comprender mejor las técnicas taurinas propias de
cada lugar.
Portugal ha perfeccionado lo que en principio no pasaba de ser una
necesidad en los trabajos ganaderos: Derribar al animal para
herrarle con el hierro del propietario y señalarle las orejas merced
a corte particular, lo que facilitaba la identificación en caso de
pérdida.
El texto resume la técnica, dificultades y peligros inherentes a ella y además informa sobre la expectación festiva que levantaba el herradero del Aranjuez barroco; lo mismo sucede hoy en todas las ganaderías de la Cristiandad, aunque con animales de menos poder. Este trabajo de detención y dominio ceremonial del toro (pega) se practica en Portugal y conforma una rama de la tauromaquia popular que llevan a cabo los forcados; en esta ocasión, los Forcados amadores de Vila Franca de Xira, quienes ejecutaron las suertes en la plaza de la villa durante las Escuelas Prácticas allí celebradas.
IDEA GENERAL El objetivo de un grupo de, por ejemplo, 8 forcados es inmovilizar al toro (pega/pegar) arrancado hacia ellos en la misma dirección y con sentido opuesto al que ofrece el despliegue de la columna de toreros. A primera vista parece evidente que la acción se resolverá con el choque frontal entre el toro, una masa de sobre 400 kg. con velocidad de sobre 6 m./sg. y aceleración 0 m/sg2. y la vanguardia de esa columna constituida por un hombre, el caporal, de masa sobre 80 kg. unido al suelo por la fuerza de gravedad y el rozamiento, quien absorberá el impacto de la cabeza del animal portador de una energía de sobre 7.200 julios, ante la cual poco puede resistir la inercia del torero; si no hace algo, simplemente será lanzado por los aires cuando no arrastrado. ¿Cómo dominar a esa fuerza de la naturaleza que es un toro arrancado?. Más aún: ¿Cómo hacerlo precisa y elegantemente?. LA PEGA. Los toreros portugueses han desarrollado y perfeccionado un método para conseguir lo expuesto; con tal objeto, el grupo de forcados despliega en columna, llevando como vanguardia al caporal (forcado de cara) tocado con la tradicional prenda de cabeza verde (barrete verde).
Alineados con él marchan los otros 7 elementos, de modo que el toro
solamente vea al cabo; además cuidarán que la distancia entre ellos
sea la óptima para absorber la energía del movimiento del toro,
desplegar hacia ambos flancos y tomarle la retaguardia todo ello sin
estorbarse unos a otros, para lo cual el cabo asignará misión a cada
forcado con la mayor precisión posible, siempre en la idea
fundamental de evitar el choque, que sería totalmente inelástico.
Si todo va bien, el toro arrancado se aproxima al cabo, que
retrocede ligeramente corriendo hacia atrás la distancia que le
facilite coordinar su encunada; en realidad trata de absorber el
ataque del toro, de estabilizarle, de dificultar la coordinación del
animal; de, en fin, “subirse” a la testuz y asirse como lapa a las
astas enroscando sus brazos a las cepas de esas astas por maximizar
así la fijación. Un caballo de picar completo de masa 1.000 kg. pesa 9.800 Nw.; si reparamos que 1 Nw. es la fuerza que es necesario aplicar a 1 kg. durante 1 sg. para procurarle una velocidad de 1 m/sg. y que un toro de peso y años puede perfectamente elevar esa masa, concluimos que el cabo tiene que no sólo fundirse con la testuz del toro, sino recibir ayuda inmediata de otros dos forcados, de modo que uniéndose los tres sobre el cuello y cabeza del toro alcance la masa de toreros un valor razonable, entorno a 250 kg., capaz no sólo de frenar la embestida, también de apuntar hacia el suelo el vector resultante de componer la energía cinética del toro con el peso de los tres toreros; es decir modular el vector del movimiento del toro. Coordinar el ataque del cabo con el apoyo inmediato de los dos elementos de la columna que van tras él pide decisión a toda prueba y es acción de mucha dificultad porque el cabo no lleva en su vestimenta asidero a propósito donde pudieran engancharse el segundo y tercer elemento; más aún cuando sólo visten camisa Mientras sucede la fase anterior, una vez comienza a ser frenado el toro por el ataque de los tres primeros toreros despliegan el resto de forcados pasando de columna a línea. Uno de ellos (rabillador) toma la retaguardia del toro para asirle del rabo; dos toman el flanco derecho y otros dos el izquierdo pero los 7 toreros de cara han de formar una piña, una pesa de sobre 600 kg. que neutralice al toro; los empujes, torsiones y flexiones aplicados sobre el toro deben complementarse para inestabilizarle hasta que el animal se detenga completamente. La tarea del rabillador traccionando y –sobre todo- rotando el rabo es de gran importancia pues desvía hacia él la atención del animal y permite a los toreros de cara solaparse entre sí y con el toro. La pega termina cuando el toro resulta inmovilizado. Llegados a ese punto, 7 toreros salen de la suerte a la orden del cabo dejando al toro en manos del rabillador, que hará girar al toro traicionando lateralmente el rabo mientras procura permanecer en la zona muerta de visión trasera, enclavan al suelo las zapatillas y trata de nos ser derribado por el violento giro del toro. El colofón es muy apreciado por su dificultad. CONCLUSIÓN Concluirá el lector que resolver estos problemas exigentes de máxima precisión y oportunidad frente a animal tan impredecible como un toro, traerá como consecuencia la aparición de numerosos fallos que a su vez generan en los toreros el hábito de la constancia: Es admirable observar cuando las cosas vienen mal dadas como rota la columna, esparcidos sus elementos por la arena, pisados y atropellados, no dudan un segundo, se recomponen y vuelven a formar para intentarlo de nuevo. Acciones tan sujetas a las veleidades de fortuna exigen al grupo una coherencia moral completa: No caben dudas, siendo -como son- muy conscientes de las heridas, golpes y aún graves accidentes que con frecuencia aparecen, deben asumir que la inmensa satisfacción que a nivel particular y a nivel grupo genera celebrar una buena función dominando al toro, tiene un elevado precio ineludible de pagar; por eso se declaran “forcados amadores”; es decir: Aficionados, aunque me parece que el término más bien quiere decir: Amigos. Esa amistad es capital para dar coherencia al grupo. Formar parte de uno de estos grupos de forcados amadores imprime carácter, como los Santos Sacramentos; esa pertenencia se convierte en pedazo de orgullosa historia que les acompañará hasta el sepulcro y por muy mal que vaya la vida siempre quedará esa columna de la autoestima que es haber enfrentado y vencido a un toro bravo. He ahí la fuerza de la Tauromaquia Tradicional.
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