SOBERBIOS ENCIERRO Y CAPEA DE NTRA. SRA. DE AGOSTO EN POLLOS.

J. Ramón Muelas

foto. Jose Carpitai

 

     

     ¿Quién no ha ido a correr los toros el día de Nuestra Señora de Agosto?. Ese día el eco lleva las ondas de cohetería, dulzaina y encierro de un extremo al otro de Castilla. Ese día de caravanas toreras, vermús gloriosos, soles afilados, cuartos de limonada y encuentros con quien no esperabas ver, ha contribuido y contribuye a estructurar nuestra manera de ser al centrifugarnos por villas y lugares para celebrar el ceremonial de correr al toro; más si cabe en estos tiempos de despertar, cuando tenemos que quitarnos de encima los dos años de modorra y tresillo que el covid nos ha regalado y neutralizar su principal efecto secundario: La indolencia.

     Hora de volver a meterse en charcos buscando esas inmaterialidades que son el verdadero alimento del ánima. Hoy y mañana, Glorioso San Roque, es posible elegir paraje donde acudir tras estos bienes; por ejemplo, Pollos, una buena villa orillas del Duero que siempre ha servido género fino y este año, finísimo; por lo menos eso decía radio macuto, uno de cuyos elementos aseguraba en la Plaza Mayor de Tordesillas que aprovechando la abundancia de ganado cinqueño, algún ahorrillo y la vehemencia torera de su ilustrísimo ayuntamiento, habían agenciado una torada de Valdefresno… “ .. que ya, ya!”; lo que resumidamente quería decir: Bicharracos habemus.

     Así las cosas salió un buen día de Agosto, sin esos calores que arrastramos desde vísperas de San Juan y que junto a la helada de primeros de mayo y la sequía absoluta tienen destruido el campo: Era posible estar al sol del mediodía sin más socorro que un sombrero.

 

     Cuando explosionó el cohete y abrieron portones salió el primer toro. Radio macuto tenía razón. Apareció furibundo, raudo, rematador en tablas, bien aplomado, lucido por bien comido y cornalón; bicharraco que despertó la admiración (y el temor) de la plaza.

 

- Esto es mucho para un pueblo.

 

Dijo una voz, para responderle otra.

 

- Pues espabilad en Tordesillas.

     Iba a todo barriendo lo que le enseñaban por las troneras de talanquera, desplazando al aire que cortaban como gavilán los 500 kilos largos de negro zaíno y resoplando a golpes carrera arriba. Un toro que pedía a los corredores tomar prevenciones; a los de vanguardia, dejar prudente distancia capaz de absorber los arreones que de vez en cuando pegaba; a los de los flancos, los cambios de dirección y frenadas; y a los de retaguardia, los giros sorpresivos de 180º.

     Ya bajando conservaba todo su poder de aceleración desarrollando hermosa carrera llena de tensión, dado que la gente no corría a lo loco, sino resolviendo cada problema de los que planteaba el toro con buena orden, sin empujones, abriendo claros para avanzar hacia la plaza y citando si se detenía en talanqueras.

     No exageraba el locutor macutense: Toros hechos del 7,  Atanasios/Lisardos de los buenos, nada de barreduras de corrales; toros para atalancados recios, corredores lobunos y toreros de cuerpo o trapo con más polvo en las zapatillas que Santa Teresa de Jesús; vamos, una función de las que se recuerdan.

 

     El segundo toro y el tercero, un hermoso “urraco”, funcionaron igual que su hermano.
En resumen hubo toro serio, entero y de calidad; calidad esencial para convertir el regocijo en ceremonia y lucir la función.

     Tras encerrar a los tres toros se procedió a capear otro par de animales hermanos de los del encierro.
     El primero posiblemente se hubiera corrido el día anterior, porque no tenía la viveza de sus hermanos; reservón, avanzando al paso, estaba entero pero no se empleaba así que no se le podía torear de cuerpo y como se lo pensaba antes de entrar al trapo, tampoco parecía de razón lidiar el peligro negro astracanado. Fue encerrado sin recibir un pase.
     El segundo era nuevo, aleonado y astracanado, enseñando sus genes Lisardos; todo alegría arrancaba astillas de las tablas y para calificarle baste decir que tres veces puesto en tablas, tres veces se arrancó al cite del trapo que se le hacía desde el centro de la plaza y tras veces se levantó la plaza premiando los tres buenos pases, excelente el primero afarolado.

     Verdejo en mano siguió el vermú por los cuartos donde refrescaba la afición: todo eran lenguas y parabienes congratulándose por el magnífico encierro celebrado. 

FOTOS

   

Patronato del Toro de la Vega. Tordesillas (Valladolid)