Dentro de las fiestas de la Peña el encierro del Lunes es mucho más
cercano y aprehensible que el multitudinario del Domingo, y puede
procurar información de todo tipo que nos permitirá conocer mejor
las facetas del encierro a caballo.
APUNTE TÁCTICO.
El de hoy comenzó con un apartado atípico, menos sosegado de lo
conveniente, incorporando elementos que estaban en el prado con
otros procedentes de camión y configurando así un encierro
heterogéneo que ya salió caliente de los prados del Zapardiel.
Cosa de 30 jinetes formaban la escolta, número
necesario y suficiente para manejar el ganado; además era caballería
de calidad como demostraría a lo largo de la mañana evitando caer en
el eterno pecado del apresuramiento y parecía bien mandada; sin
voces descomedidas, sin exabruptos, cerrando flancos a la distancia
de fuga y gobernando a los buenos cabestros que respondían de
inmediato al cambio de posición de los jinetes; de esta manera, pese
a venir los toros revueltos y a fragmentarse el encierro,
consiguieron llegar al campo de tiro y enfilar la Cañada hacia la
villa.
La primera mano de caballería dio arreón al llegar a la
Colonia para meter un animal hasta el puente, mientras la segunda
mano se detenía y sosegaba en los viveros a otro par de toros que se
negaban a avanzar; incluso uno de ellos fugó hacia el sur y dio
lugar a lucida acción: En vez de tirar de picas y voces, engancharon
el toro a la cola de los caballos y fueron encelando y frenando poco
a poco hasta conseguir detenerle sin necesidad de cruzarle por la
cara.
Otro de los toros se encastilló en los espinos de la
Josa adoptando posición de libro. Sumergido en la espesura, cubría
su zona muerta de visión trasera con la alambrada de la Josa Baja,
sus flancos con el ramaje, inmóvil y al acecho apenas se dejaba ver
pero tenía libre e iluminada por el sol la zona de visión frontal y
así, desde la penumbra, podía ver recortados con toda claridad los
objetos que se le aproximaban. Tuvo que emplearse la caballería
citando en corto hasta hacerle salir de la fronda, y pagó el óbolo a
Fortuna resultando herido un equino en el pecho al quedar encajonado
por la talanquera.
Una tercera mano de caballería trató de meter otro de
los toros separados del encierro utilizando la técnica de dejar el
flanco derecho del toro fijado por las talanqueras y cerrarle el
izquierdo con los caballos. Funcionó al principio, luego, el toro
comenzó a derrotar contra los rollizos, pero bien fuera a causa del
afeitado, bien a otras circunstancias, no coordinaba el golpe con
perfección, fracasando en su intento de salir de la carrera, aunque
dio qué hacer los atalancados.
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APUNTE LOGÍSTICO.
A causa del accidente sufrido por el jinete se llevó la montura a la
riberilla de la Josa, desde donde pidieron el apoyo de un
veterinario; transcurrida hora y cuarto, finalizado el encierro,
allí permanecía el jinete con su animal herido al que había hecho
cura de circunstancia taponando la cornada con la manta de la silla.
Estaba sólo y no apareció hasta ese momento ningún veterinario.
Estos casos mueven a pensar en mejorar el
aprovechamiento del personal veterinario contratado en la Peña
asignándole la función de apoyo gratuito a la Caballería para
intervenir de inmediato ante casos parecidos al expuesto; de hecho,
la misión principal de los veterinarios está referida al control de
la peligrosidad del toro, puntualidad de la documentación, bienestar
del vacuno y en general funciones que interesan a la autoridad como
garante de la legalidad; ¿Será posible añadir el apoyo a la
Caballería accidentada?; es decir, que el gasto llegue directamente
al individuo necesitado del recurso. En atención a los elevados
costes que supone esta contratación, parece más razonable enviar al
veterinario con el encierro para curar un caballo corneado, que
enviarle a echar un vistazo a la vaca de las 11.
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APUNTE MORAL.
De los utreros de este encierro uno de ellos quedó exhausto en la
boca del puente. Nada anormal; problema común que se resuelve
anestesiando al animal, cargándole a vehículo adecuado y
trasladándole al prado o toril donde recuperarle. Ese es el objetivo
clave: Recuperar un animal de 2.000 euros; y todas las acciones
deben encaminarse a ello. No sucedió así, de hecho, la principal
preocupación no fue la evacuación segura y cómoda del toro, sino
..!Que nadie pudiera grabarlo!. Y para ello taparon al bicho con
banderas de España, lonas y lo que hubo a mano; le cercaron con
vehículo y en fin, parecía que allí tenía lugar una reunión de
diablos en vez de una operación taurina. Con ello dificultaron la
acción de Alfonso y colegas que trataban de operar entre apreturas.
La razón de este obrar era evitar que se subieran a
internet fotos o videos de la maniobra. ¡Como si el enemigo
necesitara esas condescendencias!. ¿A estas alturas andamos pensando
en qué dirán los señores forasteros?. ¿Cuándo nos dará Ntra. Sra. de
la Peña fe en nosotros y desprecio por el enemigo?.
Otra cuestión tocante a lo moral me llamó la atención. Entre las
muchas enseñanzas de la tauromaquia tradicional está la de hacer ver
–a tortazos, ciertamente- la diferencia entre lo virtual y lo real.
Una moza que conforme a la gente de su edad estaría cansada de ver
en internet, videojuegos etc .. todo tipo de violencia, muertes,
tiros, vampiros chupasangres y la perversión mas sofisticada, rompe
a llorar cuando el caballo atrás citado es herido. No fue una de
esas heridas tremendas del Toro Vega, sino una herida que sangraba
hasta el suelo, pero era sangre de verdad, de la que huele y mancha;
no era digital. La incapacidad de pasar de lo virtual a lo real la
había puesto en la encrucijada metafísica de elegir entre las raíces
de la Tradición y sus durezas o la volatilidad del globo woke y su
falsa ligereza, aunque la elección parece clara: La vida no hace más
que dar cornadas ..!Para andarse con globitos!.
Es lo bueno de estos
encierros que no entran con normalidad y parecen fracasados; si se
miran con detenimiento, siempre ves algo.