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TRADICIÓN INMEMORIAL
DE LOS FESTEJOS POPULARES

Ana Alvarado García, Cronista Taurina de COPE

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"A mi abuelo, Mariano García Sánchez, Cronista Oficial que fue de esta Villa, y de quien aprendí a apreciar todo lo bueno de nuestras tradiciones y a luchar por ellas"

En estos tiempos en los que se discute apasionadamente sobre la mayor antigüedad de los festejos populares y encierros en unas u otras villas y ciudades, no está de más que hagamos un breve repaso de cuáles de ellos son verdaderamente los más remotos y dónde viene esa tradición.

En Beas de Segura, Jaén, se ha recuperado en años recientes la tradición del TORO DE SAN MARCOS. beasenses y serreños acreditaron que este festejo fue introducido tras la Reconquista, en 1235 por el Rey Fernando III el Santo, que fue señor de la villa. Sin embargo es todavía más antiguo, puesto que la costumbre viene de los primeros habitantes de nuestra Península. Se relaciona con otras fiestas populares deantiquísimos orígenes en gran parte de España desde BENAVENTE en Zamora a Grazalema, en Cádiz, pasando por un sinfín de lugares en las dos Castillas, Cataluña y Valencia (bous en corda), Aragón, (toros de fuego). fiestas de San Juan en Soria, la vaquilla de Teruel...los de Beas son diferentes de los famosos encierros de Cuéllar o de Medina del Campo, del polémico Toro de Coria o del Torneo del Toro de la Vega de Tordesillas, así como la costumbre dela vaca de TIBI en Alicante.

¿Qué tienen todos ellos en común? Su origen ancestral y haberse perpetuado más allá de los cambios históricos y políticos, con el problema añadido de haber superado, de momento, los intentos de prohibirlos que en ningún momento han faltado.

San Marcos es paseado en procesión junto con su toro por las calles de nuestros pueblos, evocando en cierta forma las sombras de los dioses del paganismo en las primitivas religiones y cultos preibéricos. Sin embargo conviene resaltar el sumo cuidado que se pone en la actualidad para prevenir accidentes y desmanes. En los festejos rurales se advierte por diversos medios de la necesidad de guardar el debido respeto al toro, cuidando de que los animales no reciban malos tratos en su carrera por las calles. Dice la vieja copla, haciendo frente a los intentos abolicionistas:

"Esta es la fiesta española
que viene de prole en prole
y ni el gobierno la abole
ni habrá nadie que la abola"

Según el Diccionario de Autoridades, "correr toros" es fiesta antiquísima y muy celebrada en España, cuyo regocijo consiste en lidiar toros en las plazas a caballo, con vara larga o rejón, y también a pie se les hacen suertes con la capa, lienzo u otra cosa semejante.

El uso lo ilustra un texto de Santa Teresa en que además de a correr toros se alude al "encierro" de éstos. Un encierro nocturno en víspera de fiesta grande precisamente en Medina del Campo. Durante todo el final del siglo XVI y la mayor parte del XVII los votos de correr toros estuvieron vigentes, pese a la protesta de los escritores rigoristas en moral. Con esto se viene a demostrar que el problema de la licitud moral de los toros era algo de primera importancia en un país católico y aficionado acérrimo a ellos.

Antiguamente había ciertos juegos en que intervenía el toro. Sobre todo, en pueblos de Valladolid. Los mozos formaban una fila grande agarrados unos a otros de la cintura. El que iba a la cabeza llevaba sobre la suya una cesta grande de ropa. Para eso se escogía un novillo, pero las desgracias abundaban.

El enfrentamiento con el toro tiene, pues, un significado de virilidad caballeresca y militar, otro erótico bien perceptible, puesto que los galanes se lucían ante las damas; y otro, por fin, religioso, porque las corridas por voto se llevan a cabo en determinadas festividades.

En la actualidad, en bastantes pueblos se celebran concursos de cortadores (recortadores, dicen en Levante). Los que somos nacidos en estas tierras bien conocemos estos concursos, habiendo entre nuestros vecinos auténticos expertos.

Quisiera que estas líneas sirvan de reflexión y llamada de atención para que entre todos cuidemos en su pureza de nuestros festejos tradicionales, que fueron depositados en nosotros por nuestros mayores, y que nosotros deberemos legar a los que vienen detrás. Eso sí, siempre dentro de la más pulcra legalidad para no dar motivos de protesta a quienes no participan de nuestros gustos.

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