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PLAZA DE TOROS TRADICIONAL DE SERRADA (VALLADOLID) 

José Ramón Muelas García

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I.- Antecedentes y causas de un final :

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El siglo XX ha sido tiempo de cambios radicales en Occidente; tan profundos como nunca habían sucedido en la historia del hombre. La aplicación de tecnologías y procedimientos desarrollados a partir de las teorías generadas durante los S. XVIII/XIX, ha permitido elevar el nivel de vida material medio a una altura sorprendente y ha traído como consecuencia natural la difusión de ideas y modelos culturales implícitos y propios del sistema socioeconómico triunfante, concluyendo en una fuerte tendencia a la universalización de cánones. Ante esta realidad, los modo de vida tradicionales y sus manifestaciones han venido replegándose, ya que su práctica implicaba oponerse al progreso y a las tendencias de los nuevos tiempos.

En nuestra Tierra, el proceso forzó a toda una generación -desde los años centrales del siglo XX- al abandono de villas y lugares para buscar en las ciudades los medios materiales con qué llevar existencia más cómoda, afán en el que tuvo relativo éxito. Esta generación, sabiéndose emigrante, volvía a su lugar cuando podía y especialmente, por las fiestas patronales; pero los hijos de esa generación ya no se consideraron emigrantes, sino ciudadanos; en consecuencia, a partir de los años 70 tendieron a veranear en la costa mejor que en el pueblo. Sin embargo, conforme esta segunda generación fue avanzando en su vida útil, comenzó a dividirse en dos grupos; uno, vendió la casa del padre y abandonó para siempre su pueblo; incluso llegó a sentir vergüenza de su procedencia; otro, sintió la llamada de su lugar de origen, remozó la casa de sus mayores y volvió a veranear; así vemos hoy cómo lugares que durante el invierno están desiertos, cobran durante el verano notable vida; con ellos retorna la necesidad de la práctica tradicional, pero matizada ahora por el concepto comodidad. Encierros, sí; pero cómodos, seguros y "controlados"; toros corridos, sí; pero nada de aquellas plazas llenas de moscas, cáscaras de melón y maderas seculares, en las que se escapaba el toro, se tocaba al toro y hasta podía subirse a los andamios.

Entorno a los años 80, tales criterios, aliados con la fobia oficial que desde el S. XVIII ha venido pesando sobre el toro corrido, cristalizaron en la tendencia hacia el abandono de la plaza del lugar o villa, como solar donde celebrar toros corridos y al uso de la plaza portátil o de la plaza de fábrica. Dicha tendencia, positiva en lo que tenía de mejoradora, hubiera podido servir para modernizar las estructuras tradicionales aplicando nuevas tecnologías, de modo que la conclusión resultante cristalizara en dispositivos continentes de la fuerza antigua con la comodidad actual : talanqueras racionales en aleación ligera, andamiajes metaloplásticos injertados en las antiguos maderámenes, iluminaciones adecuadas al acto etc… Pero no sucedió así y la solución a la petición de comodidad fue adoptar el modelo de plaza portátil como medida transitoria hasta poder construir plaza de fábrica; tal realidad fue consecuencia lógica de aquella realidad; una legislación pensada para la corrida de toros y en la que el toro corrido -capea- era contemplado con desprecio y bajo óptica coercitiva; unos ayuntamientos más pendientes de lo que pudiera pensar el gobernador civil, que de lo que prefirieran sus vecinos; unos vecinos confundidos, en contradicción, muy manipulables y manipulados; una complejidad técnica elevadísima, exigente de arquitectos y estetas conocedores de la tradición pero con gran capacidad innovadora; una prisa exagerada por aparentar que los tiempos cambiaban etc.. terminaron destruyendo las antiguas tipologías e imponiendo las plazas de molde. Se acabó la diversidad, la experiencia de siglos; a partir de entonces, sentarse en una plaza, era haber estado sentado en todas; Íscar, Tordesillas, Medina ..todas iguales; por fin la corrida de toros había podido conquistar el territorio del Toro Corrido y el torero podía desplantarse en su ambiente natural, teniendo a la espalda utrero bien gordo, boquiabierto, archiafeitado y demasiadas veces tan sedado como una odalisca; también se acabó la plaza como ágora o lugar donde expresar opiniones, aunque fueran airadas más de una vez : seguía el esperpento. 

 

La generación de ida y vuelta está siendo relevada por la generación que entra al S. XXI y ésta, comienza a descubrir la gran importancia del "tener raíz" como factor de estabilidad; es decir, como bien inmaterial. Esa necesidad, traducida a nuestro caso, viene a suponer una reflexión : perder la plaza de siempre ha aportado la ventaja de la comodidad, pero ha traído el inconveniente de la despersonalización; ¿ Cómo armonizar ambos extremos?; ¿Cómo recuperar la plaza tradicional eliminando en lo posible sus incomodidades y riesgos, pero manteniendo sus aportaciones emotivas?. La respuesta es trabajo para ayuntamientos, arquitectos, ingenieros etc.. armados con el amor por lo propio, la sabiduría, eficiencia y sensibilidad. Existen?. Sí, pero todavía no han llegado; tal vez, ni siquiera nacido.

Para mantener la llama en lo que vienen los nuevos mesías, trataré de resumir cómo eran aquellas plazas tradicionales describiendo físicamente algún ejemplo; cierto que este método apenas deja cabida al factor emotivo -fundamento de la naciente demanda- pero permite disponer de elementos de información objetivos que mañana pudieran ser de alguna utilidad.

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II.- El modelo general

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El acto del toro corrido en cualquiera de nuestros lugares y villas responde al siguiente esquema :

  1. Encierro .
  2. Guarda.
  3. Uso.

En el cuadro adjunto se muestran los espacios e infraestructuras requeridos para la celebración y se observa cómo la acción clave es transformar la plaza para adaptarla al nuevo uso.

 

ESPACIO

ACTO

INFRAESTRUCTURA

Término concejil

Encierro a caballo

ninguna

Casco urbano

Encierro urbano

atalancado elemental

Plaza

Final en plaza

guarda del ganado

acto particular de toro corrido

Plaza tradicional

plaza portátil

plaza de fábrica

Esta transformación de la plaza pública en plaza para correr toros viene caracterizada por :

bulletImportante participación de los ciudadanos en la construcción física y adecuación; incluso aportando elementos de la infraestructura
bulletReparto tradicional del espacio :
bulletDistinción de dos zonas
bulletA) Andamiajes : donde se situarán los espectadores.
bulletB) Atalancado o barrera : donde se situarán principalmente los participantes.
bulletJerarquización única : sólo existe un lugar preeminente; bien las balconadas del ayuntamiento, bien cierta zona señalada del andamiaje.
bulletAcceso gratuito o al menor precio posible.
bulletToriles inmediatos y bajo control municipal.
bulletEmpleo de madera como material básico en la construcción, no desechándose otros elementos, enseres o materiales de fortuna.
bulletUso generalizado del recinto para toda manifestación lúdica a celebrar durante el tiempo de fiesta.
bulletActo de la adecuación dotado de fuerte carácter festivo.

Resumidamente, la adecuación de la plaza pública en plaza donde correr toros constituye un acto peculiar en el que la participación individual de las gentes, implica el nacimiento de una relación personal hombre-dispositivo; además y dadas las características de proximidad entre espectador y acto, cabe hablar más de participante que de espectador, por lo que se genera una conexión muy diferente a la que implicaría la mera contemplación.

Para perfilar algo más este boceto, describiré las plazas de toros tradicionales de Serrada, Montemayor, San Felices y Tordesillas.

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III.- PLAZA DE TOROS TRADICIONAL DE SERRADA (VALLADOLID)

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El año de 1.996, desde el 23 hasta el 26 de Agosto, Serrada celebró su fiesta, llamada : "Los novillos 96". La celebración, como en toda Castilla, se estableció entorno a los toros corridos y el desarrollo fue clásico : encierro - toro corrido en la Plaza Mayor.

La infraestructura para atalancar calles ya era metálica, pero la plaza aún mantenía su estructura tradicional de madera.

Vísperas de la Virgen de Agosto comienzan a enarenar la plaza y levantar los tablados con objeto de tener todo listo para el día de San Roque, 16 de Agosto. El estado final que presenta puede verse en la foto nº 2. 

El objetivo básico buscado es conseguir la máxima seguridad en la construcción; para ello, procuran reducir los tiros o resultante de fuerzas horizontal y vertical en los módulos de tablado. Estos módulos constan de una parte superior a modo de andamiaje, en la que pueden tener cómoda cabida 12 espectadores, distribuidos en dos filas de asientos; bajo la parte superior, queda un pasillo protegido por la empalizada en el que se refugian los que corren al toro.

figura 1 : Construcción del módulo. Los dos marcos

 Extraña que no aumenten en profundidad la plataforma sobre la que se disponen los asientos, pues así ganarían en capacidad, pero lo justifican diciendo preferir ganar en seguridad. Esta disposición evita un peligro frecuente : el venirse hacia adelante la plaza, es decir, desplazarse toda la obra hacia el centro de la plaza. Si esta plaza tuviera postes (columnas), se evitaría el problema, pero no habiéndolos, se manifiesta de nuevo el principio general : la arquitectura tradicional en las plazas de madera para toros corridos, se diseña en función del tipo de plaza. Es la plaza mayor de la villa o lugar, quien impone el modelo de construcción a utilizar en la plaza de madera para correr toros y no al revés.

figura 2: construcción del módulo. Tendido de alfanjías

En Serrada, utilizan como técnica el construir módulos independientes y con una escalera de acceso común para todos los módulos de cada una de las 4 fachadas de la plaza. Tanto la puerta principal de acceso, como las secundarias y de toriles, en la actualidad son metálicas.

Con objeto de saber a cual de las 4 partes de la plaza pertenece cada viga y cada tablón, disponen código de 4 colores : rojo, verde, azul y negro. De este modo, llegado el momento de hacer los tablados se optimiza la distribución del material.

La fábrica del módulo tipo consta de una primera etapa en la que se fijan al suelo los 6 pies derechos sobre los que descargará la obra. Cuidan extremadamente el que cada pie quede muy bien embutido y atacado en el suelo, así como su perpendicularidad : están perfectamente aplomados. Sobre ellos clavan las 2 vigas o piezas que unen horizontalmente cada grupo de 3 pies derechos; así, obtienen dos sólidos marcos que si todo ha ido bien, están nivelados vertical y horizontalmente. El conjunto se unía con puntas, no vi utilizar cuñas ni ataduras en esta primera parte de la obra.

figura 3 : construcción del módulo. Empalizada y barandillas

Suelen reforzar el marco trasero enlazando sus pies derechos mediante tablones horizontales e inclinados de modo que queden muy bien atados y toda la obra trabaje como un conjunto. Para unir los dos marcos por la base, utilizan una pieza prismática de madera de olmo (de la que no conseguí saber su nombre propio) de modo que ate las bases de los 2 pies derechos centrales; posteriormente, atan la base del pie derecho central delantero, con la cabeza del pie derecho central trasero mediante una pieza llamada riostra, de este modo se limita el movimiento hacia adelante de la obra.. Para mayor seguridad, atan la viga trasera con alambre de 2 mm. a cualquier elemento de las fachadas de las viviendas tales como ventanas o balcones, lo que ayuda a impedir que el tablado se venga hacia delante. 

 

La altura de los pies derechos una vez instalados, variaba desde 1,80 m. hasta 2,40 m. en función de las distintas cotas de la plaza, de modo que se consiguiera la nivelación horizontal de las bancadas de asientos. La anchura media de los diversos marcos era de aproximadamente 3 m.. El fondo, de sobre 2 m. .La sección de vigas y pies derechos era cuadrada, de aproximadamente 20 cm. de lado. La madera era pino, álamo y algo del poco olmo que va quedando El siguiente paso, consiste en disponer un conjunto de 6 a 12 alfanjías o piezas horizontales prismáticas con sección rectangular de aproximadamente 12 x 8 cm.. 

figura 4 : construcción del módulo. 
Esquema de la disposición final

Sirven para unir los dos marcos por su parte superior; como solera sobre la que clavar el piso del tablado y como soporte vertical para los palos de la talanquera. Asentadas estas piezas, se instala la empalizada; consta de 4 a 8 rollizos con calibres de 8 a 14 cm.. Van unidos al suelo por su base, de igual modo que los pies derechos, clavados por su tercio superior a la correspondiente alfanjía y a la viga. Sus cabezas, se atan mediante una tabla, que hace oficio de media barandilla. Se completa la barandilla con una tabla larga unida por dos fuertes tablas fijadas en los pies derechos extremos y en algunos módulos, atándola al piso superior, con tabla inclinada. La distancia entre cada dos rollizos de la empalizada es de sobre 30 cm., lo justo para que pueda entrar un hombre de lado; me pareció escasa, pero evidentemente, cuanto menor sea la abertura, más difícil resulta de ser superada por el toro. Se finaliza el tablado tendiendo el piso de tabla de 2 cm. de grosor; la tendencia es que la tabla sea de una sola pieza y aparecían perfectamente ajustadas. Luego, asientan de canto dos medios tablones fijados con cuñas, sobre los que alargan dos tablones completos para que sirvan de asientos.

El conjunto resulta cómodo y muy seguro, tanto para los que ven los toros desde la parte superior como para los que los ven desde la parte inferior; menos, para el que cortando un toro, llega apurado a la empalizada. La única incomodidad que observé fue el acceso : sólo una escalera para dar servicio a todos los tablados de un cuarterón de la plaza, aunque siempre puede bajarse a la arena por la barandilla. Me resulto plaza amable, evocadora racional, limpia, operativa, despejada y acogedora. Un hermoso lugar para correr toros. 

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Patronato del Toro de la Vega. Tordesillas (Valladolid)

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